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El movimiento anabaptista surgió en el siglo XVI en el contexto de la Reforma Protestante. Los anabaptistas, cuyo nombre significa “rebautizadores”, rechazaban la práctica del bautismo infantil y sostenían la idea de una iglesia separada del Estado, algo revolucionario en una época en la que la iglesia y el poder político estaban estrechamente entrelazados.
Los anabaptistas también abogaban por la igualdad social, la comunidad de bienes y una forma de vida pacífica y sencilla. Su postura radical rápidamente atrajo seguidores de toda Europa, pero también los convirtió en un peligro para el status quo, enfrentando constante persecución y violencia de parte de autoridades civiles y religiosas.
En febrero de 1534, un grupo de anabaptistas llevó a cabo una rebelión armada en la ciudad de alemana de Münster. Sus líderes fueron Jan Matthys y Jan van Leiden, ambos siguiendo la predicación de Melchor Hoffman sobre hacer de Münster la Nueva Jerusalén. Esta rebelión no solo buscaba reformas religiosas, sino también cambios sociales y políticos que beneficiaran al campesinado oprimido.
Durante este experimento de régimen comunal de igualdad que duró hasta junio de 1535, los líderes anabaptistas abolieron la moneda y comunizalizaron toda la propiedad privada. La sociedad tuvo una transformación importante pese a las fallas organizativas y reveses. Sin embargo, la revuelta fue brutalmente reprimida y muchos líderes anabaptistas fueron ejecutados. Las fuerzas del Sacro Imperio Romano Germánico reconquistaron la ciudad.
Sus líderes sufrieron un destino cruel con sus cuerpos desmembrados expuestos en jaulas en la torre de la Iglesia de San Lamberto para disuadir cualquier intento de continuar el experimento revolucionario e Münster o cualquier otro lugar de Europa.
Hoy en día, el legado de los anabaptistas perdura en diversas comunidades que comparten sus ideales de paz, justicia social y separación entre iglesia y Estado. Aunque su rebelión fue sofocada, es un recordatorio de que el poder y los medios de producción le pertenecen al pueblo.
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Redacción: Andreína Chávez. Ilustración: Kael Abello.
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