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La Revolución de los Claveles de 25 de abril de 1974 marcó un hito histórico en la lucha por la democracia y las reivindicaciones sociales en Portugal.
La insurrección puso fin a casi 50 años de dictadura, bajo el mando de António de Oliveira Salazar y luego de Marcelo Caetano, marcada por una profunda pobreza, desigualdad, represión y una cruel política colonial. Fue el resultado de décadas de resistencia y del desgaste provocado por las guerras independentistas en Angola, Guinea-Bissau y Mozambique.
Uno de los momentos más emblemáticos de la revolución fue la transmisión radiofónica de la canción “Grândola, Vila Morena” del cantautor José Afonso, que sirvió como señal para que los militares rebeldes, en su mayoría capitanes, tomaran las calles de Lisboa. Pronto salió el pueblo, uniéndose en un clamor por la libertad y la democracia.
El alzamiento recibió su nombre por los claveles rojos que la población colocó en los fusiles de los oficiales, generando así el símbolo de una rebelión pacífica.. Una hazaña, que casi sin derramar sangre, puso fin a casi cinco décadas de fascismo en Portugal.
Bajo la consigna “O povo unido jamais será vencido”, la Revolución de los Claveles abrió paso a una transición hacia un sistema democrático con la creación de una nueva Constitución, la democratización de derechos fundamentales como la salud y la educación, y el establecimiento de derechos laborales para la mujer.
La Revolución de los Claveles transformó Portugal pero también inspiró movimientos democráticos en otros países. En particular, allanó el camino hacia las últimas independencias africanas. Y aunque muchos de los avances que trajo han sido socavados o revertidos, su legado perdura como un ejemplo de la potencia transformadora de la unidad y la determinación de los pueblos.
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Redacción: Andreína Chávez. Ilustración: América Latina Rodríguez.
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