El Partido Comunista Portugués (PCP) cumple su centenario. Esta organización histórica del panorama político en Portugal, ha jugado un papel clave en las luchas obreras y campesinas, y en la resistencia contra el fascismo. En esta entrada repasamos los principales hitos de los 100 años del PCP.
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El período de posguerra (después de la Primera Guerra Mundial) fue de gran agitación en medio de la frágil Primera República en Portugal. Las crecientes luchas sindicales se enfrentaban a una fuerte represión. Con el “espectro” de la Revolución de Octubre cada vez más ineludible, surgieron algunas organizaciones marxista-leninistas, y el 6 de marzo de 1921 se fundó el Partido Comunista Portugués (PCP).
Con los días contados, los gobiernos de la Primera República arremetieron contra el PCP. Pero lo peor estaba por venir. Tras el golpe militar de 1926, la recién instaurada dictadura persiguió y detuvo militantes, y clausuró las sedes del partido en 1927.
En la clandestinidad, y con tan sólo unas cuantas docenas de militantes, el Partido Comunista se reorganizó para enfrentar el régimen que pronto sería encabezado por Oliveira Salazar. En 1929, Bento Gonçalves resultó electo secretario general y dos años después salió por primera vez el Avante!. El periódico se convertiría en un instrumento fundamental de la propaganda del partido y uno de los más notables ejemplos de prensa obrera clandestina en el mundo.
La dictadura, que duró casi cincuenta años, fue el período en que el PCP asumió la vanguardia de la defensa de la clase trabajadora y del pueblo. En medio de una persecución feroz, torturas y asesinatos, el partido nunca perdió su norte, convirtiéndose así en el enemigo más peligroso del gobierno fascista.
¡Cierren los puños, compañeros!
La dictadura de Salazar y sus apologistas, en ese momento y en el futuro, siempre quisieron proyectar la idea de un pueblo portugués dócil, que cuando no apoyó el fascismo por lo menos lo aceptó con resignación. Nada más falso: tanto en el frente sindical como en el campo fueron constantes las protestas, huelgas y actos de resistencia. Si en algunas ocasiones la lucha generó concesiones o incluso espejismos de apertura democrática, el resultado fue casi siempre la represión a manos de los cuerpos de seguridad, especialmente la policía política, PIDE.
La resistencia anti-fascista en Portugal invariablemente tenía la huella del PCP. Incluso con buena parte de su dirigencia encarcelada, o asesinada, el partido logró consolidarse y extender cada vez más su rango de acción. Algunas acciones, como la espectacular fuga de la cárcel de Peniche en 1960, fueron golpes simbólicos contra el fascismo que hicieron crecer la mística del partido.
Uno de los participantes de la fuga de Peniche fue Álvaro Cunhal. Estuvo preso un total de 15 años durante la dictadura, pero su actuación e influencia en el PCP fueron creciendo hasta asumir el cargo de secretario general en 1961. Estudió Derecho, fue un escritor y artista polifacético, y se convirtió en la principal referencia de la historia del partido.
Fue bajo el liderazgo de Cunhal, y con apoyo del bloque socialista, que el partido intensificó su combate contra la dictadura. En 1965, el secretario general presentó el documento “Rumbo a la victoria”, definiendo las orientaciones para la lucha del PCP y el programa de la revolución democrática nacional.
“El fascismo se mantiene en el poder por la fuerza, y sólo por la fuerza podrá ser derrotado,” concluyó Cunhal. De este modo, los comunistas descartaban la posibilidad de una eventual apertura democrática del propio régimen y asumían todos los terrenos de lucha, incluyendo el de las armas, para derrotar el fascismo.
La resistencia anti-fascista ganó un “aliado” de peso a partir del inicio de la década de los 60: la lucha de liberación en las colonias. Intransigente en su posición de mantener el viejo imperio, el régimen encabezado por Salazar y más tarde por Marcello Caetano se agotó cada vez más.
Hasta que por fin cayó el fascismo en Portugal. La Revolución de los Claveles del 25 de abril de 1974 fue la culminación de décadas de sacrificios heroicos, un camino de lucha y sangre, con la huella indeleble del Partido Comunista.
Nuestra rubra bandera
El período posterior a la revolución fue de gran efervescencia y entusiasmo. Durante el llamado “Período revolucionario en curso” (PREC) el PCP fue el motor detrás de las nacionalizaciones, la reforma agraria y la aprobación de la Constitución de 1976, una de las más progresistas en el mundo.
Pero la respuesta contrarrevolucionaria no se hizo esperar. Con el apoyo y presión de Estados Unidos y las potencias europeas, algunos partidos que habían sido forzados a camuflarse en medio de la ola revolucionaria rápidamente volvieron a sus colores… de derecha. Los avances se frenaron y se empezaron a deshacer, mientras los viejos grupos monopolistas se recomponían.
Confrontado con una feroz propaganda en la recta final de la Guerra Fría, el PCP no optó por el camino fácil de abdicar de principios, en el afán de lograr mayor aceptación entre las clases dominantes. No renunció a la alianza con Moscú ni al horizonte socialista. Los partidos (euro)comunistas que sí lo hicieron terminaron navegando a la deriva y finalmente desapareciendo.
La claridad política de los comunistas portugueses implicó tomar posiciones a contracorriente y asumir el costo de la demonización por parte de los medios, por ejemplo, oponiéndose a la entrada de Portugal en la Unión Europea. Sin embargo, la historia vendría a confirmar los pronósticos del PCP, ya que el ingreso del país en ese mercado único consolidó cada vez más su condición periférica en un sistema con un centro (esencialmente) francés y alemán.
Con la caída de la Unión Soviética y del bloque del Este, se vaticinó el “fin de la historia”, y en Portugal “el fin del PCP”. Esta es de hecho una predicción tan recurrente como equivocada de los analistas del establishment. Pero mientras haya injusticia, mientras haya desigualdad, y mientras haya lucha de clases, no termina la historia, ni termina la participación de los que no tienen miedo a tomar partido.
El Partido Comunista atravesó períodos difíciles, ejerció la crítica y la autocrítica para entender el contexto global, pero no se quedó detenido en el tiempo. Rápidamente se recompuso, creciendo en su representación local y nacional, reforzando el trabajo sindical, defendiendo derechos y priorizando siempre las condiciones de vida de las mayorías.
Actualmente, el contexto es más adverso que nunca. Hay un anticomunismo casi oficial y ataques constantes contra el PCP. Pero las y los comunistas portugueses ya han demostrado una y otra vez que no temen a los obstáculos. Por muy insuperables que parezcan, no se comparan a la convicción de que una sociedad de justicia e igualdad, libre de explotación, es posible y alcanzable. ¡La lucha es el camino!
El Partido Comunista Portugués asume, en el tiempo en que vivimos, el ideal y el proyecto comunista y lucha por la construcción de una sociedad nueva, del socialismo y del comunismo, como el camino necesario para la humanidad.
Es un ideal por el cual vale la pena luchar y al que el futuro pertenece.
(*) Los subtítulos son versos de la canción “Avante camarada!” (“¡Adelante camarada!”), compuesta por Luis Cilia en 1967 e interpretada por Luisa Basto. La canción se convirtió en uno de los himnos del PCP, junto a la Internacional.
Investigación y textos: Ricardo Vaz. Diseño Gráfico: Kael Abello. Ilustración de portada: Rogério Ribeiro.