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Amílcar Cabral sobre la resistencia cultural

Amílcar Cabral (1924-1973) es la figura central de la lucha contra el colonialismo portugués en Guinea-Bissau y Cabo Verde, y también una de las referencias del pensamiento pan-africanista. En este texto «Construcción de una vida nueva», un fragmento de la obra «Análisis de algunos tipos de resistencia», Cabral habla del papel de los militantes del partido (PAIGC) de estar constantemente enseñando y aprendiendo, dando el ejemplo en la lucha por una sociedad distinta.

ABRE COMILLAS


Debemos ser capaces de hacer una gran propaganda de nuestra resistencia. Eso es también un acto de cultura. Por todos los medios disponibles. Es por eso que una de las grandes victorias de nuestro Partido es nuestra Radio Liberación, junto a nuestro periódico, nuestra prensa, nuestra información, tanto para adentro como para afuera de nuestra tierra. Todos sabemos la fuerza y el valor que tiene la emisora del Partido, que hace propaganda para nuestra gente y que debemos ser capaces de mejorar día tras día, porque ese es un elemento esencial, un medio esencial para difundir nuestra resistencia.

Y, en el marco de nuestra acción, debemos alzar bien alta la bandera contra el analfabetismo en nuestra tierra. Estamos contentos porque muchos camaradas han mejorado sus conocimientos en medio de esta lucha. Muchos hombres grandes de nuestra tierra aprendieron a leer y escribir, esto sin hablar de los jóvenes. Hoy es raro encontrar una unidad que no tenga alguien que sepa leer y escribir, mientras antes era al contrario. Debemos reforzar el aprendizaje todo el tiempo.

Hay muchos camaradas que estudiaron, algunos son doctores, pero pasan días y días con los otros camaradas sin hacer nada, descansando en las horas vagas, acostados o echando cuentos sin que se les ocurra decir “vengan camaradas, que les voy a enseñar para que aprendan un poco más.” Pero no piensan en eso, prefieren echar cuentos, pasear por la mata, o en Conakry, o en Ziguinchor, o en Dakar.

Debemos trabajar mucho para construir una vida nueva en nuestra tierra, camaradas. Debemos, por ejemplo, y el Partido ya empezó a hacerlo, inculcar en nuestra gente la idea de la limpieza, o de la higiene como se suele decir. Tenemos que trabajar para demostrar a nuestro pueblo que su vida también depende de la limpieza de su casa. Es un aspecto fundamental de nuestra resistencia cultural.

Empezamos con las brigadas de salud, pero ¿hasta dónde las llevamos? Fue poco trabajo comparado con lo que hace falta. El comisario político, el jefe de seguridad, el comandante de las fuerzas armadas, deben ser agentes de higiene. Donde quiera que estén, deben exigir que se limpie. Tenemos que desarrollar eso en nuestro espíritu, camaradas, la limpieza y la higiene. Cualquier responsable o militante del Partido debe exigir limpieza a donde llegue, pero debe ser el primero a tomar la escoba si necesario, para limpiar y mostrar a los demás que no tiene vergüenza, que está luchando por su tierra, está entregando su vida por nuestra lucha.

Nosotros que estamos dispuestos a morir en la lucha, por el progreso y la felicidad de nuestro pueblo, tenemos que ser capaces de limpiar, porque es más fácil limpiar que morir.

Porque si queremos una respuesta en nuestra lucha, para decir que en Guinea y Cabo Verde ya no hay ningún miserable, tenemos que acabar también con la suciedad en nuestro medio. Cuando logremos eso habremos avanzado mucho en nuestra lucha. Nosotros que estamos dispuestos a morir en la lucha, por el progreso y la felicidad de nuestro pueblo, tenemos que ser capaces de limpiar, porque es más fácil limpiar que morir.

Naturalmente, en nuestras escuelas debemos sacar todo lo que era hecho por los colonialistas, ya que eso refleja la mentalidad colonial. Ya lo empezamos a hacer, editando nuestros libros, hablando de nuestro Partido, de nuestra lucha, del presente y futuro de nuestro pueblo, de sus derechos. Hay camaradas que creen que, al enseñar a nuestros niños y niñas, no debemos hablar de nuestro partido. ¡Imagínense! Una pedagogía que quiere eso no es ninguna pedagogía. Para nosotros, la pedagogía es la que enseña sobre nuestra lucha, los derechos de nuestro pueblo, el Partido y su valor, además del A, B, C, la fábula del gato y el zorro, el lobo y el cordero, etc. Pero el Partido debe estar presente, la fuerza de nuestra lucha, la fuerza de nuestro pueblo, las tareas de nuestra gente.

Cuando yo estaba en la escuela, se enseñaba el nacimiento de Jesús Cristo, que la Virgen María tuvo un hijo manteniéndose virgen, y yo repetía eso, pareciera que lo entendía en ese tiempo. El milagro de la ascensión y todos los milagros en los libros de esa época. Por qué razón, si en ese tiempo se enseñaban los milagros a las niñas y niños, no podemos nosotros enseñarles mayor milagro de nuestra tierra: ¿hombres y mujeres que se reunieron para movilizar a nuestro pueblo hacia la lucha, para acabar con el sufrimiento, la miseria, la desgracia, las agresiones, el trabajo forzoso, etc.? ¿Quién no entenderá eso? Cualquier niño lo puede entender.

Cada conversación entre nosotros debe ser una lección, así podremos ganar tiempo y avanzar.

Y nosotros debemos hacer de cada responsable, de cada militante del partido con algo de conocimiento, un maestro. No son sólo los maestros en la escuela los que tienen la obligación de enseñar; cualquiera debe: comandante, miembro de la dirección del Partido, comisario político, de seguridad, enfermero, etc., todos tienen la obligación de enseñar, hablando o aclarando, explicando, ayudando. Sólo así seguiremos adelante. No dejemos el trabajo de enseñar sólo a los maestros. Debemos aprovechar cada conversación con un camarada – y los camaradas que lidiaron mucho conmigo, que me conocen bien, saben que así lo suelo hacer – sea del nivel que sea, hacer de ella un estudio, una lección. Uno y otro aprenden. Cada conversación entre nosotros debe ser una lección, así podremos ganar tiempo y avanzar. Pero si nos sentamos solamente a echar cuentos de este o de aquel, perdemos tiempo y no avanzamos, camaradas.

Debemos evitar el complejo de superioridad de los que saben algo y de inferioridad de los que no lo saben. Porque una persona capaz de enseñar no debe alejarse de nadie, menos aún de nuestro pueblo.

Todo lo contrario, debe sumergirse cada vez más en medio del pueblo. Yo lo expliqué, por ejemplo, a los camaradas que salen para estudiar y regresan. Hasta ahora hemos visto dos tendencias: una es la de los que regresan, se infiltran en medio de nuestra gente, pero terminan simplemente cometiendo los mismo errores de la gente. Los otros llegan como ingenieros y de una quieren ser dirigentes. ¿Era Bobo Keita quien mandaba? Pero Bobo no tiene el mismo nivel que yo. Yo soy ingeniero y él casi no fue a la escuela, así que tiene que ponerse a un lado para no dañar el trabajo del partido. Son dos extremos que no queremos.

Lo que queremos es que los que fueron a estudiar, que adquirieron más conocimientos, respeten a nuestros dirigentes, porque ahí están, incluso si no fueron a la escuela. Pero si ven alguna deficiencia, deben ponerse en medio de los camaradas para ayudar a corregir, a mejorar el nivel más y más. Esa es una persona que sabe más, que aprendió más que los demás y que viene a ayudarnos. Mezclarse, confundirse, pero sin olvidar que hay que ayudar a levantar, para avanzar cada día más.



ABRE COMILLAS es una columna que recoge citas, transcripciones y fragmentos textuales en donde importantes actores reflexionan en torno a una producción cultural alternativa.

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