Distanciamiento social, educación a la distancia, tele-trabajo… En todo el mundo los gobiernos llaman a la gente a que se quede en sus casas en estos tiempos de pandemia. Pero para algunos sectores el confinamiento no es una opción. Como parte del desafío “Trabajo y Covid”, Rigger Triviño realizó una serie fotográfica documentando las personas que necesitan trabajar todos los días para sobrevivir. Margarita, como trabajadora de limpieza de unas residencias en Charallave, es uno de estos casos. A continuación presentamos su testimonio y el trabajo fotográfico.
Tengo 46 años, de los cuales cinco los he dedicado a sacar la basura y a limpiar las áreas comunes de unas residencias en Charallave. Soy Margarita.
Para llegar al trabajo camino más de 5 km para tomar una buseta que me deja cerca de la urbanización. Antes ayudaba en una cocina que alimentaba a unos abogados del tribunal de Charallave, pero se fueron del país y el negocio cerró.
Llegué hasta tercer año porque tristemente me enamoré, pero seguí adelante con mis hijos. Tengo una hija de 20 años y otra de 18 que viven en Colombia, un hijo de 17 años que le gustaría estudiar en la Marina y una niña de 6 y está en el tercer nivel de preescolar. Las que están fuera del país no pueden apoyarme porque no trabajan desde que apareció la situación que estamos viviendo. De vez en cuando, mi hijo consigue trabajos limpiando y cortando monte y con eso nos ayudamos.
Comemos del CLAP que llega cada dos meses, con el dinero de mi trabajo, lo que saco de mi conuco y rebuscándome haciendo tortas.
Como no tengo teléfono, por lo de la escuela en casa, una sobrina me ayuda a entregar las tareas de mi hija pequeña. Cada vez que salgo a trabajar la dejo con una vecina y cuando llego a la casa es a atenderla.
El trabajo cansa mucho. De lunes a sábado, entre 8 a.m. y 1 p.m., saco la basura y limpio los pasillos de 16 edificios.
No creo en eso del virus, me cuido pidiéndole a Dios siempre por mi salud porque cada vez que uso protección, como guantes y botas, me salen hongos. Lo único que hago después de mi jornada es lavarme las manos con creolina y bañarme con cloro para desinfectarme.
Hay personas que me ven con asco porque vengo de otra parte y saco la basura, pero pienso que en estos momentos estamos es para ayudarnos, no para sentir asco por otros.
Aunque creo que con este trabajo no tengo futuro, quiero seguir echando para adelante y que mi hija termine sus estudios. Llegaré hasta donde pueda.
A finales de 2020 convocamos a fotógrafas y fotógrafos a retratar la realidad de las hombres y mujeres que, durante la cuarentena, no han tenido más alternativa que seguir trabajando, aun en tiempos de pandemia.