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Septiembre 2020

“Porque esta vez no se trata de cambiar un presidente, será el pueblo quien construya un Chile bien diferente”

Así decían los versos de la famosa canción de Inti-Illimani. El 4 de septiembre de 1970, Salvador Allende Gossens ganaba las elecciones presidenciales en Chile. Tras dos intentos fracasados por llegar a la presidencia, el médico de 62 años derrotó al candidato demócrata cristiano (Radomiro Tomic), y al de derecha (Jorge Alessandri).

Detrás de Allende estaba una amplia coalición de izquierda, la Unidad Popular. Encabezada por el Partido Socialista y el Partido Comunista, la UP llegó a las elecciones con un ambicioso programa que se conocería como “la vía chilena al socialismo”.

Allende estaba rodeado de enemigos y peligros aún antes de empezar. De hecho, las agencias norteamericanas sugerían que la derecha chilena buscara una traba parlamentaria para impedir que el nuevo gobierno tomara posesión, pero no lo logró.

La hostilidad de los enemigos no hizo que Allende y la Unidad Popular comprometieran sus promesas. El gobierno avanzó profundizando la educación y la salud pública, apoyando la cultura, introduciendo la reforma agraria y desafiando los más poderosos intereses en Chile: las transnacionales mineras. Uno de los compromisos no negociables era la nacionalización del cobre, el principal recurso natural chileno, y así se mantuvo. Como resultado, el 16 de julio de 1971 se aprobó la estatización del cobre a través de una reforma constitucional.

La respuesta no se hizo esperar y la CIA entró en acción. Como consecuencia, figuras importantes como el General Schneider fueron asesinadas, EEUU bloqueó el acceso a los mercados para “hacer chillar la economía”, mientras los sectores más reaccionarios del ejército y la sociedad se organizaban. Luego de meses de tensión y amenazas, llegó el golpe, encabezado por el General Pinochet, el 11 de septiembre de 1973.

Siguieron 17 años de una dictadura militar sangrienta, de muertes, torturas y persecuciones. Un clima de shock para aplicar un programa neoliberal sin precedentes se instauró en el país. A pesar del regreso de la democracia (formal), la sociedad chilena sigue bajo la influencia y las cicatrices de la dictadura. Así, Allende y la Unidad Popular son cada vez más un recuerdo distante y nostálgico. Pero son también la esperanza de una sociedad distinta, y de que “más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre (y la mujer) libre, para construir una sociedad mejor”.

Descarga aquí la versión del para imprimir y usar como calendario de pared o como fondo de pantalla.

Textos: Ricardo Vaz. Ilustraciones: Dazazás. Mural: Brigada Muralista Ramona Parra.

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