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Algunas insurrecciones tienen como único propósito demostrar al enemigo que la dignidad del pueblo es indoblegable, pese a estar condenadas al fracaso. Este es caso del gueto de Varsovia, uno de los cientos creados tras la ocupación Nazi, que entre 1942 y 1943 protagonizó un histórico levantamiento armado contra los alemanes.
En el gueto de Varsovia vivían hacinadas alrededor de 450 mil personas sin suficientes alimentos ni agua y sin servicios públicos. Aún así, cuando el nazismo inició en 1942 la operación de exterminio de la población judía, los habitantes del gueto empezaron a organizar una resistencia armada, liderada por jóvenes que formaban parte de las Organizaciones Judías de Combate (ZOB, por sus siglas en polaco).
Las precarias condiciones de vida y las pocas armas que habían adquirido por contrabando hicieron de la resistencia un verdadero acto heróico pero sin posibilidades de éxito. Para finales de 1942, los nazis habían trasladado a la fuerza a la mayoría de los habitantes del gueto de a los campos de exterminio, hasta quedar unas 55 mil personas. Pese a conocer cuál sería su inevitable destino, los insurrectos que quedaban renovaron su espíritu de lucha.
Liderados por el joven de 23 años Mordecai Anielewicz, los rebeldes lograron proteger a los sobrevivientes mediante la lucha armada hasta que en enero de 1943, los alemanes pausaron brevemente sus acciones. Los habitantes del gueto aprovecharon para reorganizarse y enfrentar lo que sería una nueva y feroz arremetida.
En abril, el líder nazi y arquitecto del holocausto, Heinrich Himmler, volvió a invadir el gueto de Varsovia con 2.000 soldados. Sin embargo, los judíos enfrentaron a las tropas alemanas durante tres días consecutivos obligando a que se retiraran. Todo esto sin contar con casi armas y municiones, y tras meses de pasar hambre y enfermedades. La increíble victoria, una afrenta para los fascistas, fue respondida poco después con fuego.
Cuando los alemanes volvieron a invadir incendiaron todo a su paso. Aún así, la resistencia duró casi un mes, hasta el 16 de mayo de 1943 cuando el gueto de Varsovia finalmente desapareció, reducido a cenizas. Pero el heroismo de sus habitantes quedó inmortalizado en la historia.
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Redacción: Andreína Chávez. Ilustración: Óscar Coraspe.