La Habana, enero de 1966. La capital cubana recibe 500 delegados de 82 países para la “Conferencia de solidaridad de los pueblos de Asia, África y América Latina”, más conocida como la Conferencia Tricontinental. Durante 12 días, representantes de gobiernos y movimientos de liberación debatieron y construyeron una agenda de lucha conjunta.
Con la guerra fría como escenario de fondo, frentes de batalla anti-colonial y anti-imperialista surgían por doquier. En África se luchaba o consolidaba la independencia, mientras en Asia China se defendía contra enemigos internos y externos. En este hemisferio, la Revolución Cubana creaba un ejemplo peligrosísmo para Washington en su “patio trasero”. Al mismo tiempo, la contra-ofensiva de EEUU y sus aliados contrarrevolucionarios inauguró los golpes de Estado orquestados por la CIA en casos como Irán (1953), Guatemala (1954) y Indonesia (1965).
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Pero el epicentro de la lucha en este momento era la guerra en Vietnam, con la intervención directa y masiva de EEUU, y este fue un elemento central de la Conferencia Tricontinental.
“¡Cómo podríamos mirar el futuro de luminoso y cercano, si dos, tres, muchos Vietnam florecieran en la superficie del globo […] !” Esta frase de Ernesto “Che” Guevara, publicada en un folleto posterior, recogía el espíritu de la conferencia. Lejos de querer trivializar los sacrificios del pueblo vietnamita, el Che llamaba a crear focos que dispersaran y desgastaran las fuerzas imperialistas.
De la conferencia salió la Organización de Solidaridad con los Pueblos de Asia, África y América Latina (OSPAAAL) y un renovado ímpetu contra los regímenes (neo)coloniales, desde la independencia de las últimas colonias africanas al derrumbe de dictaduras en Latinoamérica y, principalmente, la victoria del Viet Cong en la Guerra de Vietnam.
La reacción de Washington fue también enérgica, redoblando los esfuerzos para mantener el control geoestratégico, desencadenando golpes sangrientos como en Chile. Sin embargo, la Conferencia Tricontinental se mantuvo como un hito, una demostración que la batalla por la verdadera emancipación de los pueblos del mundo es una sola. ¡La lucha sigue!
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Redacción: Ricardo Vaz. Ilustración: Pablo Kalaka.
