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Hace 60 años, miles de mineros de Asturias protagonizaron la mayor convulsión social contra la dictadura de Francisco Franco en España (1939 – 1975).
La chispa de la rebelión obrera se encendió el 6 de abril de 1962 en el pozo Nicolasa de la Fábrica de Mieres, en rechazo al despido de un grupo de picadores que protestaban contra la aplicación de un nuevo sistema laboral que incrementaba el tiempo de trabajo y la productividad pero no los salarios.
La huelga se prolongaría durante dos meses y Asturias fue declarada en estado de excepción. Más de 60 mil mineros y obreros de empresas siderúrgicas y de otros centros industriales asturianos se unieron a la huelga, que fue catalogada por el régimen franquista como una “subversión comunista”.
Los mineros tuvieron que soportar represión, deportaciones, torturas, despidos masivos, encarcelamientos y el cierre patronal de pozos. Sin embargo, los huelguistas mantuvieron las protestas hasta lograr entablar un proceso de negociación con las autoridades de Madrid.
Como resultado de la larga lucha, el 22 de mayo de 1962 los mineros y funcionarios llegaron a un acuerdo para aumentar el precio de la tonelada de carbón y así elevar los salarios de los obreros. Fue una gran conquista pero lejos de ser la meta. En agosto y septimbre de ese año se desencadenaron nuevas protestas para exigir la semana laboral trabajo de cinco días y ocho horas diarias.
Los años siguientes, los mineros continuarían peleando por alcanzar la plenitud de sus derechos, inspirando luchas obreras contra el franquismo y alrededor del mundo.
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Redacción: Andreína Chávez. Ilustración: Deisa Tremarias.
