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11 de septiembre de 1973: el golpe que cerró las grandes alamedas

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El 11 de septiembre de 1973 es una fecha grabada en la memoria y la conciencia de los pueblos que luchan. Aquel día de infamia, un golpe de Estado puso fin al gobierno de Salvador Allende y de la Unidad Popular en Chile.

Atrás quedaron mil días de un sueño, lleno de obstáculos y contradicciones, de un país mejor y para todos. Lo que siguió fue una pesadilla, llena de terror y neoliberalismo, de la cual el pueblo chileno todavía no ha despertado completamente.

Hasta la Gráfica Siempre

Dignidad y soberanía

La Guerra Fría fue un período de transformaciones tumultuosas. Los movimientos de liberación luchaban por la independencia mientras las potencias occidentales, especialmente EE.UU., buscaban mantener su hegemonía.

Iniciando los años 70, mientras se hundía más y más en Vietnam, Washington se enfrentaría a una mala sorpresa en su “patio trasero”. Salvador Allende y la Unidad Popular (coalición de cinco partidos de izquierda) ganaron las elecciones en Chile el 4 de septiembre de 1970.

Chile hasta entonces era visto como un país ajeno a la turbulencia que caracterizaba la región. Pero la calma escondía una economía estancada, cada vez más desigual y dominada por los intereses de las multinacionales. 

En su tercer intento de conquistar la presidencia, Allende logró plantear en el imaginario popular que había una alternativa, digna y soberana, para las grandes mayorías.

Nuestro cobre

El programa de la Unidad Popular planteaba soluciones radicales a los problemas de la sociedad chilena, sin ocultar la necesidad de confrontar los intereses del imperialismo de la burguesía subordinada. Era la llamada vía chilena al socialismo.

El gobierno de Allende introdujo grandes mejoras en la educación y salud públicas. Se expandió el acceso a la educación en todos los niveles, y se implementaron programas simbólicos como la distribución de medio litro de leche diario a todos los niños y niñas.

En el campo, la Unidad Popular profundizó la tímida reforma agraria de los gobiernos anteriores para enfrentar una estructura profundamente desigual y latifundista. Se expropiaron más de 4 mil predios, y los trabajadores agrícolas tomaron 2 mil más por iniciativa propia.

Este período estuvo también marcado por el florecer de actividades culturales, en parte apoyadas por el Estado y en buena medida independientes. Uno de los mejores ejemplos fue el surgimiento de la llamada Nueva Canción Chilena. El movimiento, que tuvo en Victor Jara su gran exponente y promotor, reivindicó las tradiciones musicales chilenas junto a una visión del arte al servicio de las luchas populares.

Sin embargo, la gran bandera del gobierno de Allende fue la nacionalización del cobre, el principal recurso del país. Durante décadas, las transnacionales mineras disfrutaron de ganancias obscenas mientras explotaban a los trabajadores y falsificaban sus cuentas para pagar menos impuestos. La nacionalización del cobre se convirtió en una causa nacional, y se hizo realidad el 11 de julio de 1971.

Pablito Pla

Un afrenta para Washington

En EE.UU., Allende fue identificado desde el principio como un peligro a combatir. Chile se convirtió en un gran teatro de operaciones para la CIA, una realidad que se expuso de manera incontrovertible con la desclasificación de documentos oficiales.

La CIA, con un presupuesto gigantesco, hizo todo lo posible por impedir la victoria de Allende. Con varios medios bajo su control, desató una campaña de miedo y desinformación que se mantendría durante el gobierno de la Unidad Popular.

La intervención estadounidense en Chile puso en evidencia el contubernio entre los altos círculos políticos y los intereses corporativos. Entre los principales impulsores de estas acciones injerencistas se encontraban las transnacionales mineras, Anaconda y Kennecott, que controlaban las más importantes minas del país. Otro actor importante fue la ITT, que tenía el 70% de las acciones de la Compañía Chilena de Teléfonos.

Dazazás

Las nacionalizaciones amenazaban los negocios altamente lucrativos de estas corporaciones. Para la administración Nixon, además de la defensa de los intereses del capital estadounidense, aparecía también el peligro de un segundo foco antiimperialista en el hemisferio que podría sumarse a Cuba.

Una vez perdidas las elecciones, EE.UU. intentó presionar al Congreso chileno para que no proclamara a Allende como presidente. Fracasado el intento, solo quedaba una alternativa: un golpe militar. Nixon ordenó que se “hiciera chillar la economía” chilena, y Henry Kissinger (asesor de seguridad) tomó las riendas de la operación.

El rostro del fascismo

La clave para el golpe de Estado fueron las Fuerzas Armadas. EE.UU. necesitaba que rompieran su tradición de mantenerse fieles a la Constitución. Para eso contó con la lealtad del alto mando de los diferentes sectores militares. Los que se oponían, como el General René Schneider, fueron simplemente eliminados.

Gato.pardo

Finalmente el golpe sucedió, el 11 de septiembre de 1973. Bajo el mando de Pinochet, las Fuerzas Armadas se desplegaron en varias ciudades. En Santiago de Chile, bombardearon el Palacio de La Moneda.

Allende, por su lado, se mantuvo digno hasta el final. Vivió bajo principios e ideales, y por ellos murió. Su último discurso, transmitido por Radio Magallanes, todavía resuena en la historia. 

Hasta la Gráfica Siempre

“Superarán otros hombres este momento gris y amargo, donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.”

El golpe dio inicio a un reino de terror y violencia que convirtió en víctimas a decenas de miles de personas, presas, torturadas y asesinadas. La militancia de la Unidad Popular fue perseguida, y la valiente resistencia frente a la dictadura de Pinochet fue brutalmente reprimida.

Valeria Araya

Este clima de shock generó las condiciones idóneas para la implementación del más ambicioso y extremista programa neoliberal jamás visto hasta entonces. Chile se puso a la vanguardia de la destrucción de derechos sociales en favor de los intereses del capital.

La estrella de la esperanza

Hoy, 50 años después, el golpe militar es un fantasma que sigue atormentando a Chile. Desde los pilares económicos hasta la Constitución de Pinochet que sigue vigente, son muchos los obstáculos a las transformaciones profundas que el pueblo, en las calles, ha exigido una y otra vez. Siguen también bien vivos el fascismo y el anticomunismo, con nuevas pieles y costumbres.

Kael Abello

Sin embargo, no es solo el golpe lo que merece ser recordado. De Salvador Allende y de la Unidad Popular también hay muchas lecciones, triunfos incuestionables, un valiente espíritu de lucha, pero también errores que costarían muy caro. 

Queda sobre todo el ejemplo. El ejemplo de que es justo y necesario luchar por un mundo mejor, donde las grandes mayorías puedan escribir su propia historia. Aquel intento fue destruido, pero vendrán otros a levantar esas banderas. Como dice la canción, la estrella de la esperanza continuará siendo nuestra.

Investigación y textos: Ricardo Vaz. Ilustraciones: El Cometa Ludo, Luis Cario, Pablito Pla, Dazazás, gato.pardo, Valeria Araya, diablorojo, Vanessa Quiroz, Puñalada, Luisa Rivera y Kael Abello.

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