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El 6 de abril de 1941, en plena Segunda Guerra Mundial, las fuerzas del Eje invadieron Grecia y el país quedó dividido en tres zonas bajo el dominio de Italia, Bulgaria y Alemania. Durante cuatro años de ocupación (1941-1944), la facción nazi fue la que perpetró más atrocidades al apoderarse de las cosechas y desmantelar las industrias.
En 1942, los nazis obligaron al Banco de Grecia a emitir un préstamo millonario para cubrir los gastos de su invasión. La impresión masiva de dinero trajo como consecuencia una inflación astronómica que dejó al país en ruinas.
La destrucción de la economía, la incautación de cosechas y el bloqueo marítimo ocasionaron una de las mayores hambrunas en la historia de Europa. Un estimado de 300.000 personas fallecieron por la falta de alimentos y miles más a causa de las represalias de los ocupantes que llegaron a aniquilar aldeas completas.
Al mismo tiempo que ocurrieron estas atrocidades, en junio de 1942 se formó una feroz resistencia griega, conformada principalmente por guerrillas comunistas. Los insurgentes lanzaron exitosos ataques y actos de sabotaje contra los nazis y sus aliados, crearon redes de espionaje y llegaron a liberar numerosos territorios.
La resistencia griega pasó a la historia como una de las más efectivas y valientes de toda Europa durante la Segunda Guerra Mundial, y su heroismo es celebrado hasta los días de hoy. Al menos 70.000 insurgentes fallecieron en la batalla contra las fuerzas ocupantes, las cuales finamente se retiraron en octubre de 1944.
Sin embargo, Occidente mostraría muy poca “gratitud” por los sacrificios de los partisanos griegos. Gracias al apoyo de EE.UU. y Reino Unido, el gobierno conservador y monárquico salió victorioso de la Guerra Civil Griega (1943-1949).
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Redacción: Andreína Chávez. Ilustración: Aldo Cruces.
