Saltar al contenido

Tribuna Feminista: Claudia Jones

La mujer negra en la lucha antiimperialista

Claudia Jones (1915 – 1964) tenía razón cuando escribió que la burguesía supremacista blanca entendía perfectamente el poder (y amenaza) que representaba la militancia de la mujer negra en la lucha global antiimperialista de la clase obrera. Por tanto, no es accidental que los brillantes aportes de esta periodista, activista, Marxista y feminista afrocaribeña todavía hoy estén profundamente infravalorados.

Hija de inmigrantes negros en Estados Unidos, Jones entendió desde temprana edad que la mujer negra de clase trabajadora representaba el estrato más oprimido de la sociedad y su liberación obligatoriamente debía anteceder a todas las demás luchas.

“La militancia de la mujer negra obrera es el eslabón vital para alcanzar una conciencia política superior,” escribió en 1949. Un legado feminista de 19 páginas titulado “¡No más indolencia hacia los problemas de la mujer negra!”

Los signos de exclamación correctamente expresan la urgencia de su llamado, el cual posiciona la emancipación negra como punto de arranque para acelerar de un solo golpe las causas obreras, feministas y antiimperialistas alrededor del mundo.

Este poderoso axioma se convertiría en bandera de lucha para Jones a lo largo de sus 49 años de vida, marcada por un incansable activismo político junto a una prolífera carrera periodística a ambos lados del Atlántico.

Lecciones del capitalismo

Nacida un 21 de febrero de 1915 en Trinidad y Tobago, Jones sufrió los embates de la colonización europea que sumió al Caribe en una profunda miseria. Con solo ocho años, emigró con su familia a Estados Unidos persiguiendo el publicitado “sueño americano”, que pronto se convertiría en pesadilla.

En el barrio Harlem de Nueva York, la joven Claudia vivió en carne propia la injusta desigualdad socio-económica que permeaba a la clase trabajadora, nativa e inmigrante, pero especialmente a la comunidad negra. Esta última sometida, además, a un indignante sistema de segregación racial y constantes linchamientos.

Bajo esta dura realidad, la madre de Jones sufrió la triple opresión que significaba ser mujer, negra y obrera en Estados Unidos. A los 37 años falleció de meningitis espinal tras colapsar de cansancio sobre una máquina mientras laboraba en una fábrica de ropa.

La vida de Claudia daría un giro aún más violento hacia la exigüidad. La Gran Depresión de 1929-1933 desencadenó una ola de desempleo, siendo la población negra la más perjudicada. El padre de Claudia debió conformarse con trabajos subpagados mientras que la precaria situación habitacional de la familia la llevó a contraer tuberculosis.

“Más tarde me di cuenta de que este infortunio no era una cuestión individual. Millones de personas de la clase obrera y los negros en particular sufrían la misma calamidad bajo el capitalismo, si no idéntica, en un grado u otro”, explicó Jones en una carta autobiográfica redactada el 6 de diciembre de 1955.

Antiimperialismo en prosa y acción

La educación “burguesa formal” de Jones, como ella la describió, finalizó a sus 19 años tras graduarse de la escuela secundaria. No obstante, su verdadera formación continuó en las calles de Harlem.

Eran los días del indignante juicio contra los “Scottsboro Boys”, nueve adolescentes afroamericanos acusados falsamente de violación. Claudia se sintió identificada con los discursos antiracistas en los mítines callejeros del Partido Comunista de Estados Unidos (CPUSA), incorporándose a sus filas en febrero de 1936.

Su militancia política arrancó a la par con su carrera periodística en el diario Weekly Review de la Liga Comunista Juvenil (YCL) y en un pequeño periódico nacionalista negro de Harlem, en el cual disertaba sobre la invasión italiana a Etiopía. Su intelecto y audacia periodística rápidamente la catapultaron al liderazgo nacional comunista.

En 1940, la joven aprendiz ya ocupaba el cargo de editora en el Daily Worker, la principal publicación del Partido Comunista y firmaba la prestigiosa columna semanal “Mitad del Mundo”, dedicada al feminismo socialista. Allí expuso que la lucha antiimperialista debía, antes que todo, asimilar el discurso antisexista y antiracista.

“Para lograr la participación plena de las mujeres negras en la coalición antifascista y antiimperialista, para llevar su militancia a cotas aún mayores en las luchas actuales y futuras contra el imperialismo de Wall Street, los progresistas deben adquirir conciencia política respecto a la especial condición de oprimida de la mujer negra”.

A partir de 1947, Jones se convirtió en figura clave de la organización y acción política del movimiento de liberación negra así como de la campaña contra la guerra, el colonialismo e imperialismo. También consolidó su liderazgo feminista con una gira por Estados Unidos para promover la unión de las mujeres negras y blancas en la defensa de sus derechos.

Aunque su activismo y periodismo antiimperialista tuvieron prioridad sobre sus ambiciones literarias, Jones también celebró la expresión creativa. Compuso alrededor de 15 poemas, entrelazados por su estilo epistolar. Eran versos dedicados a mujeres de movimientos anticolonialistas del mundo, entre ellas la líder puertorriqueña Blanca Canales Torresola.

“A Crimea”, “A Consuela”, “A una querida amiga en su cumpleaños” son algunos de los nombres de sus cartas-poemas, una oda al feminismo internacionalista. 

Al otro lado del Atlántico

Las actividades de Jones contra la explotación, el racismo, la guerra y su defensa del socialismo no pasaron desapercibidas por el gobierno de Estados Unidos. Era el contexto de la Guerra Fría y la “cacería de brujas” anticomunista del llamado Macartismo (1950-1956) estaba en su pleno apogeo. Una época caracterizada por numerosos arrestos sin debido proceso legal.

Jones fue encarcelada tres veces por “actividades subversivas”. Los alegatos en su contra estaban basados en sus artículos periodísticos, pero el jurado no se atrevía a citarlos públicamente pues constituían una poderosa amenaza para el imperialismo estadounidense.

“No pueden ser leídos su Señoría porque instan a las madres estadounidenses, negras y blancas, a emular las luchas por la paz de sus hermanas antifascistas en América Latina, en las nuevas democracias europeas, la Unión Soviética, Asia y África. Instan a poner fin a la bestial guerra de Corea y a rechazar la amenaza militarista contra China”. 

Su discurso sacudió a la corte pero no impidió que fuera sentenciada. El 23 de octubre de 1955 salió de prisión y seguidamente es catalogada de “inmigrante indeseable” y deportada a Inglaterra, el opresor de su nativa Trinidad. En medio de las batallas legales, Jones sufrió varios ataques cardíacos, una secuela de la tuberculosis que contrajo de adolescente.

Desarraigada, sin dinero y con una salud quebrantada, Claudia llegó a Londres a bordo del SS Queen Elizabeth en diciembre de 1955. Aquí conoce de primera mano cómo la lucha antiracista y anticolonialista era la misma a ambos lados del Atlántico.

Londres era el epicentro de tensiones por el creciente racismo hacia la comunidad afrocaribeña que llegaba desde las colonias convocada por el Gobierno británico. Su misión era unirse a la reconstrucción de la industria devastada tras la Segunda Guerra Mundial pero nunca se les otorgó salarios justos, acceso a la salud, vivienda digna ni educación.

Evidentemente, Jones tenía mucho que ofrecer a su nueva comunidad. Se unió al Partido Comunista de Gran Bretaña (CPGB) y se entregó de lleno a la lucha de calle, liderando diversas acciones de protesta.

En marzo de 1958, fundó el diario West Indian Gazzete and Afro-Asian Caribbean News (WIG), considerada una de las primeras publicaciones antiracistas y antiimperialistas en la historia del país. WIG fue un contribuyente clave para alentar y canalizar la organización política de la comunidad inmigrante del Caribe, África y Asia que coexistía en Londres.

El espíritu creativo de Jones también estuvo detrás de los carnavales que aún avivan las calles de la capital inglesa. Tras un oscuro episodio de violencia racista en las llamadas revueltas de Notting Hill y Nottingham en 1958, la veterana periodista y activista propuso contrarrestar esa amarga experiencia con un evento celebratorio de la cultura afrocaribeña.

El primer carnaval se festejó el 30 de enero de 1959 bajo el lema “El arte de un pueblo es la génesis de su libertad”. Estas fiestas de intercambio cultural son consideradas precursoras del mundialmente famoso Notting Hill Carnival. 

A la izquierda de Karl Marx

Mientras la pluma periodística de Claudia Jones marcaba la pauta política del movimiento de liberación negra y la lucha global anticolonialista, sus ensayos teóricos hacían lo mismo para el avance del socialismo.

Esta faceta de Jones como intelectual feminista es la menos explorada y la más presciente. Sus incendiarias publicaciones en la revista Political Affairs fueron cruciales para expandir los enunciados del Marxismo-Leninismo, estableciendo que la verdadera libertad de la humanidad residía en la demolición de la opresión de clase, raza y género.

Así pues, Jones argumentó que no había mejor manera de lograrlo que centrarse en la emancipación del único grupo que sufría (aún hoy) esta triple injusticia: las mujeres negras. 

Jones basó esta premisa en lo que denominó la “superexplotación” de la mujer negra, pues pasó de la esclavitud a estar confinada al trabajo doméstico, con los peores salarios y sin acceso a la justicia social. Enfáticamente proclamó que las feministas blancas, en especial las del núcleo imperial, solo ganarían derechos plenos cuando sus hermanas más oprimidas lo hicieran.

“En la medida en que se promueva la causa de la mujer negra, ésta podrá ocupar la posición de liderazgo que le corresponde dentro del movimiento de liberación negra y así contribuir a la totalidad de la lucha obrera, cuya misión histórica es lograr una sociedad socialista: la garantía final y plena de la emancipación de la mujer”. 

Su teoría de feminismo socialista realmente era una idea de emancipación global y precursor de la interseccionalidad, al menos cuatro décadas antes de que el término existiera.

Quizás por eso la tumba de Claudia Jones está acertadamente situada a la izquierda del revolucionario filósofo alemán Karl Marx en el cementerio Highgate de Londres, Inglaterra. Falleció el 24 de diciembre de 1964, activa políticamente hasta su último aliento.

TRIBUNA FEMINISTA: Incontables mujeres han dejado un colosal e indispensable legado literario y artístico a través de la historia, pero su rol ha sido borrado, tergiversado o relegado al pie de página. Este espacio busca reintroducir en el pensamiento colectivo popular a importantes figuras revolucionarias, anti-imperialistas y feministas. Un rescate necesario para las luchas de hoy.

Texto: Andreína Chávez. Ilustraciones: Valentina Aguirre.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.