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Aleksei Gan sobre los principios del constructivismo

Aleksei Gan es considerado uno de los fundadores del constructivismo, movimiento que surgió al calor de las vanguardias soviéticas de principios del siglo XX y que cambiaría la historia de la producción cultural. Junto a Stepanova y Rodchenko, firmó los primeros manifiestos del grupo. Gan es quien establece inicialmente algunas bases teóricas del constructivismo e introduce las categorías de TEXTURA, FACTURA y CONSTRUCCIÓN como trinidad indisoluble de la producción constructivista. Recogemos aquí algunos fragmentos de su libro Konstruktivizm, publicado en 1922. Intentamos reproducir los guiños tipográficos y los elementos visuales destacados del original en ruso.

ABRE COMILLAS


EL CONSTRUCTIVISMO ES UN FENÓMENO DE NUESTRA ERA. SURGIÓ EN 1920 ENTRE PINTORES DE IZQUIERDA Y TEÓRICOS.

LA PRESENTE PUBLICACIÓN ES UN LIBRO AGITATIVO CON EL QUE LOS CONSTRUCTIVISTAS COMENZAMOS NUESTRA LUCHA EN CONTRA DEL ARTE TRADICIONAL

Moscú, 1922

(…)

El triunfo del materialismo, en el campo de la producción artística, se encuentra también en víspera de la victoria.

La revolución proletaria no es tan solo una palabra flagelante sino un verdadero látigo, que expulsa de la realidad práctica toda forma de parasitismo sin importar bajo que disfraz esconda su repulsiva existencia.

Las condiciones objetivas del presente nos obligan a reconocer que el avance social presagia que la cultura artística del pasado es inaceptable.

Debido al individualismo extremo, eso que llamamos arte se encuentra permeado del idealismo más reaccionario. Este individualismo cava en busca de nuevas diversiones e innecesarios experimentos para el refinamiento de la belleza subjetiva.

Surgió en las culturas primitivas, cuando el uso de herramientas permitió la aparición de la técnica en un estado embrionario, y en organizaciones económicas tambaleantes, igualmente primitivas.

De ahí pasó a la forja de los artesanos en la Edad media.

Fue artificialmente reanimado por la hipocresía de la cultura burguesa y, finalmente, se estrelló contra la mecánica del mundo actual.

LOS MARXISTAS DEBEMOS TRABAJAR PARA DILUCIDAR ESTA MUERTE DE MANERA CIENTÍFICA Y FORMULAR NUEVOS FENÓMENOS PARA LA ACTIVIDAD ARTÍSTICA, AJUSTADOS A LAS EXIGENCIAS DE NUESTRO TIEMPO.

Hoy en día, observamos que el trabajo de los maestros del arte revolucionario gravita hacia las cumbres de la técnica y la interpretación social.

AL OTRO LADO DE OCTUBRE QUEDAN

A ESTE LADO DE OCTUBRE,

LA PRIMERA CULTURA

DE TRABAJO E INTELECTO ORGANIZADOS!

Las culturas del pasado, culturas del poder y el espíritu, representaban arte. Bello e imperecedero, en el pasado, el arte ponía sus medios visuales al servicio de la religión, la filosofía y la llamada cultura espiritual.

El arte especulaba y materializaba la espiritualidad ilustrando la historia sagrada, los secretos divinos, los enigmas universales, las dichas y las penas abstractas, las verdades especulativas de la filosofía, y otros juegos infantiles que los adultos jugaban obedeciendo normas de conducta que determinaban las condiciones sociales en uno u otro momento de la historia.

LA NUESTRA ES LA ERA DE LA INDUSTRIA

LA ESCULTURA DEBE CEDER PASO ANTE LA SOLUCIÓN ESPACIAL DE LOS OBJETOS.

LA PINTURA NO DEBE COMPETIR CON LA FOTOGRAFÍA.

EL TEATRO SE VUELVE RIDÍCULO ANTE LA ACCIÓN SOCIAL, RESULTADO DEL TIEMPO QUE VIVIMOS.

LA ARQUITECTURA NO PUDO DETENER EL AUGE DEL CONSTRUCTIVISMO.

EL CONSTRUCTIVISMO Y LA “ACCIÓN SOCIAL” ESTÁN INDISOLUBLEMENTE HERMANADOS AL SISTEMA DE TRABAJO DE NUESTRO MODO REVOLUCIONARIO DE VIVIR.

TECTÓNICA

FACTURA

CONSTRUCCIÓN

Habiendo conservado las bases materiales y formales del arte – color, línea, plano, volumen y acción– el trabajo artístico, materialmente inteligible, se volverá una actividad con propósito, y la producción intelectual y material descubrirá nuevos medios de expresión artística.

No debemos reflejar, retratar o interpretar la realidad, sino expresar los objetivos diseñados activamente por la clase trabajadora, el proletariado, que está levantando los cimientos de la sociedad futura y se está constituyendo en una fuerza organizada con un plan. Además cuentan con la voluntad necesaria para llevar a cabo este plan a pesar de los obstáculos.

La revolución proletaria ha triunfado, con su curso destructivo y creador a un mismo tiempo, y se encienden los caminos de hierro hacia una cultura organizada bajo el gran plan de la producción social en su conjunto. Es entonces ahora cuando los maestros del color y la línea, quienes componen los sólidos en el espacio, y quienes organizan la acción social – todos ellos – deben convertirse en constructivistas en esta construcción que es el movimiento de millones de seres humanos.

Alcanzar esta nueva tarea, sin precedentes en la historia de la humanidad, supone, primero que nada, que tomemos nuevos caminos en búsqueda de nuevas prácticas.

Prácticas que logren dar con la expresión comunista de la construcción material, es decir, para establecer una base científica que nos permita construir los edificios y diseñar los servicios que cumplan con las exigencias de una cultura comunista en estado de transición, de fluidez, y que debe atravesar las distintas formaciones de su devenir histórico, partiendo de un periodo de destrucción Este es el primer objetivo de la producción intelectual y material

El segundo objetivo consiste en establecer las bases científicas que permitan lograr la organización y consolidación de los procesos masivos de trabajo. Es decir, inaugurar el primer esquema de una acción social masiva para la vida humana.

Estos han de ser los objetivos básicos de la producción material e intelectual de la actividad artística.

Si estudiamos la convulsa realidad en la que hemos vivido desde las primeras horas de aquellos días de octubre de 1917, si analizamos paso a paso estas transformaciones, y si aprendemos las complejas maniobras de la estrategia del proletariado, nos convenceremos de que hemos enfrentado (y seguimos enfrentando) enormes calamidades simplemente por no contar, en todas partes y en todo momento, con camaradas preparados para dominar, con habilidad y a conciencia, los retos que espontáneamente surgen en el desarrollo de una revolución.

Este fenómeno ha golpeado a la revolución en todos sus frentes.

No solo en una u otra profesión en particular.

La revolución es la forma más elevada de transformación social y exige una iniciativa y un conocimiento específico.

Hemos sido capaces de entender esto cabalmente luego de los intensos esfuerzos que han sido necesarios para sostener las muchas victorias de la revolución.

De manera similar, en el campo del arte ocurrieron cambios profundos y significativos.

El Octubre Rojo fue abono en el semillero del arte de izquierda. Sus mejores y más talentosos exponentes tomaron al poder. Durante cuatro años, grupos de especialistas, pequeños en número pero con tremendas cualidades, han guiado las iniciativas de la revolución en el arte a lo largo y ancho del país, reconstruyendo escuelas y movilizando fuerzas. Pero incluso con esta atmósfera favorable, no fuimos capaces de establecer con firmeza nuevas formas para la expresión artística. En estos grupos de izquierda no había revolucionarios con plena conciencia social. Por tanto, pusieron los intereses individuales y profesionales de su arte por encima de las tareas de la revolución. Y esta fue la principal razón de su caída.

Pero las revoluciones se desarrollan e intensifican, y en ese proceso los innovadores del arte de izquierda crecen y se desarrollan también.

La producción intelectual y material se enfrenta entonces con el siguiente problema: cómo, con qué medios, formar un grupo de trabajadores en la esfera de la actividad artística para luchar a brazo partido contra los problemas que día a día surgen en la sociedad como salidos de la tierra en cada hito de la carrera de la evolución humana.

Desde un punto de vista meramente formal, algunos de estos maestros del arte de izquierda poseen dones excepcionales y medios suficientes para empezar a trabajar. Pero carecen del principio de organización.

Esto es lo que se propone corregir el constructivismo.

Une, de manera indisoluble, lo formal y lo ideológico.

(…)

Detrás de los artistas de izquierda yace un largo camino de experimentos, descubrimientos y derrotas. Repleto de aciertos y errores. Para la segunda década del siglo XX ya conocemos sus esfuerzos innovadores. Podemos establecer tendencias vagas pero persistentes en torno a los principios de la producción industrial: la textura como una forma de suministro (como una forma de muestra pictórica para la percepción visual) y la búsqueda de leyes de construcción como una forma de resolución superficial. La pintura de izquierda giró alrededor de estos dos principios de la producción industrial, persistentemente rechazando la anticuada tradición artística. Los supremacistas, el arte abstracto y los no-idealistas, llegaron muy cerca del dominio puro de la labor artística de la producción intelectual-material, pero no lograron cortar el cordón umbilical que los mantenía unidos a la tradición artística de los viejos creyentes.

El constructivismo ha servido de partera.

Además de los principios formales y materiales de la producción industrial, de los materiales y técnicas de construcción, el constructivismo nos ha dado un tercer principio: la tectónica.

Ya hemos dicho que los artistas de izquierda, aunque formados dentro de la cultura burguesa, se rehúsan a servir los gustos y necesidades de la burguesía. En este aspecto, fueron ellos el primer núcleo revolucionario dentro la esfera de los cánones culturales establecidos y arremetieron contra su pesado bienestar. Incluso desde entonces se aproximaban ya a los problemas de la producción en el campo de la labor artística. Pero aun no habían surgido las condiciones sociales que les permitieran interpretarlo socialmente y expresarlo temáticamente en su arte.

Fue la revolución proletaria la que logró esto.

A lo largo de cuatro años de avance triunfal, los ideólogos e intelectuales del arte de izquierda han venido asimilando la ideología del proletariado revolucionario. Sus logros formales han encontrado un nuevo aliado: el materialismo de la clase trabajadora. Para ellos, los verdaderos especialistas de la producción artística, los experimentos dentro del estrecho marco de la pintura, la escultura y la arquitectura irracional, desvinculados de la reconstrucción del organismo social en su totalidad, se han vuelto insignificantes y absurdos.

Mientras tanto, los filisteos y los estetas, junto a un coro de intelectuales afines, sueñan con ensordecer armónicamente al mundo entero con su arte musical y afinan su alma mercantil según el tono soviético. Con sus imágenes simbólico-realistas de la Rusia iletrada e ignorante pretenden mostrar la importancia de la revolución social y para luego poner en escena al Comunismo en sus teatros profesionales por todo el país.

El núcleo sano de los portadores del arte de izquierda comienza a alinearse en el frente mismo de la revolución.

Los constructivistas han pasado ya del trabajo en el laboratorio a la actividad práctica.

estas son las disciplinas con cuyo auxilio saldremos del callejón sin salida del profesionalismo esteticista del arte tradicional, y nos enrrumbaremos por el camino de la próspera concreción de las nuevas tareas que ese campo emergente que es la producción cultural comunista exige de la actividad artística.

AL ABANDONAR EL ARTE, LOS CONSTRUCTIVISTAS SE UNEN, POR MEDIO DE LA PRODUCCIÓN INTELECTUAL Y MATERIAL, A LAS FILAS DEL PROLETARIADO EN LA LUCHA CONTRA EL PASADO Y POR LA CONQUISTA DEL FUTURO.



ABRE COMILLAS es una columna que recoge citas, transcripciones y fragmentos textuales en donde importantes actores reflexionan en torno a una producción cultural alternativa.

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