Mandela nació el 18 de julio de 1918 en el pueblo de Mvezo. Conocido afectuosamente como “Madiba”, empezó desde temprano a integrarse en las luchas estudiantiles. Formado en Derecho, Mandela rápidamente se convirtió en uno de los cuadros más importantes del Congreso Nacional Africano (ANC), el principal partido que organizaba la lucha contra el régimen racista.
El gobierno del Partido Nacional terminó de asentar el régimen del apartheid (“segregación” o “separación” en Afrikaans) en 1948, motivando una lucha redoblada por la igualdad y la justicia social. Mandela estuvo varias veces preso a lo largo de los años por su rol en las acciones revolucionarias contra el apartheid.
En 1963 fue detenido, junto a una decena de otros militantes, y acusado de traición y conspiración. En lo que se conoció como el juicio de Rivonia, Mandela y sus camaradas terminaron condenados a cadena perpetua.
En su defensa, Mandela expuso la oposición moral del ANC al racismo, y pronunció un célebre discurso cuyas frases servirían de insumo a gran cantidad de carteles, pintas y panfletos:
“Siempre he soñado con la idea de una democracia y una sociedad libre en la cual las personas vivan juntas en armonía y con igualdad de oportunidades. Un ideal que quiero ver hecho realidad. Pero, si es necesario, un ideal por el que estoy preparado para morir”
Mandela pasó 27 años preso, la mayor parte en la cárcel de máxima seguridad de Robben Island. Rápidamente se convirtió en un símbolo de la injusticia inherente al régimen racista sudafricano. Por esa razón, el gobierno sudafricano prohibió y censuró el uso del rostro de Mandela en materiales agitativos entre 1964 y 1986. Esto obligó a los artistas a ingeniar maneras para representar esta lucha sin usar el retrato de Madiba.
Hay que destacar que, a lo interno de Sudáfrica, la campaña por la liberación de Mandela fue posible gracias al trabajo militante de organizaciones populares. Trabajo realizado no solo en condiciones técnicas precarias, sino también bajo amenaza y en el marco de una feroz represión. Incluso así, proliferaron incontables talleres clandestinos de serigrafía en Johannesburgo, Ciudad del Cabo y Natal. Colectivos como Silkscreen Trainning Project y Community Arts Projects hicieron del cartel un medio genuinamente al alcance de la expresión popular. Desde el exilio, los artistas de Medu introducían en Sudáfrica, además de carteles, medios para su reproducción itinerante.
Aunque aislado diplomáticamente, el régimen sudafricano seguía siendo apoyado (directa o indirectamente) por EEUU y otros países occidentales. En un contexto de Guerra Fría, Sudáfrica era útil por sus acciones contra gobiernos socialistas en países como Angola y Mozambique, financiando grupos rebeldes o interviniendo militarmente. En muchos de estos países se iniciaron intensas campañas para boicotear al gobierno sudafricano y presionar a sus gobiernos aliados. Esta ofensiva internacional estuvo fuertemente acompañada de carteles. Artistas como Keith Harring o Rachel Romero sumaron imágenes para la campaña.
La lucha por la liberación de Mandela también tuvo impacto en el Sur Global. En la conferencia Tricontinental de La Habana de 1966 se acordó la creación de la Organización de solidaridad con los Pueblos de Asia, Africa y América Latina (OSPAAAL). La producción de carteles de esta organización es considerada referencia obligada de la gráfica de protesta. A los mejores cartelistas cubanos se les encomendó el diseño de una gran variedad de piezas en muy distintos estilos. Las luchas del pueblo sudafricano fueron un tema central en los carteles de la OSPAAAL.
Finalmente, la presión internacional y la constante lucha, pacífica y armada del pueblo llevó al agotamiento del apartheid, forzando negociaciones y la liberación de Mandela en 1990. No cabe duda de que las campañas de comunicación tuvieron un importante peso en este desenlace.
Mandela ganó las elecciones cuatro años más tarde, gracias a un robusto aparato de campaña que se había consolidado en las condiciones más adversas. Los retratos de Mandela circulaban ahora con libertad y la creatividad artística de los colectivos no tropezaba ya con la represión y la censura de antes. Los carteles que sacaron a Mandela de prisión lo convertirían también en el primer presidente negro de Sudáfrica.