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La caperucita criolla

La historia de una niñita
que sufrió mil contingencias
por no encontrar diferencias
entre un lobo y su abuelita.

Acto primero

Al levantarse el telón
estamos en una aldea
por la que el Lobo pasea
con su segunda intención

EL LOBO
Yo soy el Lobo
de esta pradera;
soy una fiera fenomenal.
Comiendo niñas
en estofado
me he titulado
campeón mundial.
(Como cien chispazos rojos
lanzan sus dientes agudos
y ahí mismo empiezan los ojos
a ponerseles puyudos.

Y es que, del rancho
en que habita,
que esta por allí cercano,
con un canasto en la mano
sale la Caperucita)

CAPERUCITA (lírica)
¡Oh, primavera,
Tiempo divino…!
Huele a cochino
con azafrán.
Hacia los campos
todo me invita;
todo me grita:
¡Coman! ¡Coman!

Las aves todas:
tanto el tucuso
como el lechuzo
y el gavilán,
de aquestas ramas
en los renuevos,
sabrosos huevos
poniendo están.
En mi gorrito
prendí azucenas,
lindas cayenas
y un tulipán…
¡Con tantas flores
mi lindo gorro
parece un forro
de paraván!
(al paso le sale el Lobo
y, una vez en su presencia,
tras una gran reverencia)

EL LOBO
¿Donde vas, voto a los cielos,
por esta selva sombría
cuyo aspecto, en pleno día,
para de punta los pelos?
¿No le temes al zancudo?
¿No te asusta el cigarrón?
¿No te amedrenta el picudo
que se come el algodón?

CAPERUCITA
¿Yo asustarme como un rorro?
¡Yo no corro ni con plan!
Yo soy guapa como Chita
la monita de Tarzán.
(Descubren un trozo
de añoso cordel,
y al punto lo asaltan
y saltan en él)

EL LOBO
¿Y a donde, capricho,
me has dicho que vas?
¿Al pueblo tan solo
o al polo quizás?

CAPERUCITA
¿No sabes?
Mi abuela
Manuela Carrión
ha estado sufriendo
de horrendo pestón,
y en este macuto
de hirsuto rattan
le llevo guayoyo
y un bollo de pan.

(Como si esto el timbre fuera
de un reloj despertador,
siente el Lobo que la fiera
se despierta en su interior)

EL LOBO
¿Con que allá vas en verdad?
Pues, hombre, maldita sea,
yo también voy a la aldea.
¡Miren que casualidad!
(Y apuestan medio pudin
a quien mas pronto haga el viaje:
la niña, viendo el paisaje
y el Lobo, bailando swing)

Acto segundo

Casa que habita
cierta viejita
que no se ve,
porque ya el Lobo
la ha suplantado
y esta acostado
en negliye.

Para que crean
que el es la dama,
bajo el pijama
tiene un corsé;
carga un pañuelo
para la baba,
y hasta una esclava
luce en el pie.

Suena la puerta
y el Lobo grita
que si es visita
no puede entrar…
mas si es mi nieta,
que entre ligero,
pues yo la espero
para almorzar.

Como esta echada
la llavecita,
Caperucita
no puede entrar,
y a abrir entonces
el Lobo horrendo
sale tejiendo,
(por despistar).

EL LOBO
¡Caperucita!
¡Caperucita
de mis amores!
¿Trajiste flores
para mi altar?
¿Que tal tu madre?
¿Que tal Rosendo?
¿Siguen bebiendo
para olvidar?

Bueno, mijita,
quitate el gorro
y en el chinchorro
ven a charlar.

¿Quieres un palo
de zamurito
o un whiskicito
para entonar?

CAPERUCITA
¡Pero abuelita,
si hasta hace días
tu no bebías
sino café…!

EL LOBO
Pero me dieron
en los tendones
tantas fricciones
que me envicié

CAPERUCITA
¡Concha, abuelita,
palo de orejas!
¡Después te quejas
de que el calor…!

EL LOBO
Así grandotas
me gustan mucho
¡porque te escucho
mucho mejor!

CAPERUCITA
Abuela, .sera pecado
confesarte con franqueza
que tu de pies a cabeza
hueles a perro encerrado?

EL LOBO
Es que a causa del pestón
ya yo tengo mas de un ano
que no hago por darme un baño
ni siquiera la mención.

CAPERUCITA
Y esto, abuelita,
si que me escama:
!como una guama
tienes la piel…!
Tienes el pecho
mas capiloso
¡que el prestigioso
Pedro Miguel.

EL LOBO
No soy culpable
de ese pelero;
fue que el barbero
no vino ayer.
¡Y en mis asuntos
no se inmiscuya…!
¡Coja esa puya
que oí caer!

(Y aquí es cuando a toda voz,
ya caliente el Lobo grita:)

EL LOBO
¡Que abuelita ni abuelita:
yo soy el Lobo feroz!
(Y terminando
la pantomima
se le va encima
con furia tal,
que deja el traje
de la chiquilla
como pajilla
de Carnaval.)

EL LOBO
Hace dos horas
mate a tu abuela
y en mortadela
la convertí,
y algo me dice
por lo que miro,
¡que en este tiro
te toca a ti!

(Pero no obstante
ser tan chiquita,
Caperucita
le echa pichón,
y a su enemigo
somete armada de
una empanada
que hace explosión).

CAPERUCITA
Te doy la voz de arresto
por pillo y por bribón;
entregate, o con esto
te rompo el pantalón!

EL LOBO
Esta bien, estoy vencido:
pero si hubiese triunfado,
lo mismo hubiese pasado:
yo no te hubiera comido.
Mi maldad, mi facha tosca
mi fiero instinto, mi sana,
todo eso es pura patraña.
¡Yo no mato ni una mosca!

CAPERUCITA
¡De hablar zoquetadas deja!
No hagas frases infelices
que con todo lo que dices tu
te comiste a la vieja.

EL LOBO
Eso es mentira, ¡ay de mi!
Que, al verla tan indefensa,
la encerré en una despensa
pero no me la comí.
Pero ¿que escucho?
¿que es lo que suena?
¿sera la sirena?
¿sera timbal?

CAPERUCITA
Yo juraría
por mi bandera
que es la Perrera
Municipal.
Si, si, si, ya esta cerquita;
desde aquí la puedo ver.
¡Y allá viene mi abuelita
sentada con el chófer!

EL LOBO
¡Ah! Ya entiendo la cuestión:
en pago a la compasión
que yo por ella sintiera,
fue a llamar a la perrera
para someterme en prisión.

(Entra un tipo uniformado,
y al Lobo, que no protesta,
se lo lleva en una cesta
como si fuera un mandado).

CAPERUCITA
¡Lobo, perdoname!

EL LOBO
¡Adiós, Caperucita…!
Culpable soy, bien lo se,
de cuanto aquí me ha pasado
por no haberte devorado
cuando en el campo te halle.
Pero en aquella ocasión
actuar no pude, por bobo:
yo no sirvo para Lobo…
¡Tengo muy buen corazón!

Texto: Aquiles Nazoa

Ilustraciones: César Mosquera

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