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La semilla revolucionaria del 4 de Febrero en Venezuela

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Nadie lo sabía a conciencia, pero en la madrugada del 4 de febrero de 1992 la historia de Venezuela quedaría dividida en dos. Una rebelión cívico-militar, liderada por el entonces teniente coronel Hugo Chávez, se convirtió en el disparador de la Revolución Bolivariana.

“Venezuela era un país colonia. La Patria moría y el 4F sembró la Patria nueva”, evocó el Comandante Chávez en 2011 sobre aquella insurrección que fraguó desde las barracas militares en los albores de su lucha revolucionaria.

La rebelión de febrero no alcanzó los objetivos planteados y pasarían otros seis años hasta finalmente derribar el modelo neoliberal. No era una derrota, era un “por ahora”. La victoria fue sembrar la esperanza del cambio para enrumbar al país hacia un destino mejor.

Además, la lucha del pueblo pasaría a tener un líder indiscutible.

Resistencia anti-neoliberal

En febrero de 1992, Venezuela tenía 20.6 millones de habitantes, una pobreza general del 78 por ciento y una pobreza extrema del 37 por ciento. Transcurrían tres años del segundo mandato de Carlos Andrés Pérez, quien acumulaba 74 por ciento de rechazo popular.

La era puntofijista (1958-1998) se caracterizó por una galopante corrupción, constantes violaciones de derechos humanos, persecución a los movimientos de izquierda y una política económica al servicio de élites y empresas transnacionales. 

En febrero de 1989 se abriría la primera grieta del decadente sistema político. Recién instaurado su segundo gobierno, Andrés Pérez implementa un paquete neoliberal del Fondo Monetario Internacional (FMI). Este engendro económico del Consenso de Washington se tradujo en el encarecimiento de los servicios básicos, alimentos, gasolina y transporte público, a la vez que otorgaba más beneficios al capital transnacional.

El 27 de febrero el país finalmente implosiona. En un arrebato de indignación, el pueblo humilde tomó las calles de Caracas en rechazo a las medidas económicas y a décadas de injusticia social. “El Caracazo” pasaría a la historia como la primera gran insurrección contra la era neoliberal, marcando el inicio de su fin.

Durante ocho días, más de cuatro millones de balas fueron disparadas contra el pueblo insurrecto. El resultado fue una masacre, con alrededor de tres mil asesinados por el ejército desplegado por órdenes del gobierno.

“Vi a los soldados salir, los soldados logísticos que no son soldados entrenados. Esos son los que hacen la comida, los que atienden los vehículos. Hasta a los mecánicos los sacaron y les dieron un fusil, un casco y bastante munición. Lo que venía era un desastre y así fue”, así describió Chávez la respuesta represora del Estado en 1989.

Tres años después, el joven oficial junto a soldados bolivarianos darían la segunda estocada al antipopular sistema puntofijista.

Rebelión cívico-militar

Los acontecimientos de “El Caracazo” aceleraron el accionar del Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (MBR-200), que se venía gestando desde 1982 dentro de los cuarteles militares del país. No se trataba de un mero proyecto de sublevación, se construía la base ideológica para una Patria nueva.

A la vanguardia de este movimiento estaba un soldado rebelde, que el 5 de julio de 1975 se graduó como subteniente de la Fuerza Armada con el libro del Che Guevara bajo el brazo. 

Tras una década de organización clandestina, el 4 de febrero de 1992 el teniente coronel Hugo Chávez, junto a soldados patriotas y con el apoyo de militantes civiles de izquierda, lanzan la primera rebelión cívico-militar de Venezuela.

La insurreción realmente arrancó la noche anterior, cuando cientos de uniformados salieron de sus cuarteles rumbo a hacer historia. Todos tenían un brazalete con el tricolor de la bandera terciado al brazo para reconocerse entre sí. Sus manos apretaban fusiles, pero esta vez no para apuntarlos al pueblo.

De forma simultánea, los comandos rebeldes se desplegaron en la capital Caracas y las ciudades de Maracaibo, Valencia y Maracay. El centro de comando de Chávez se ubicó en el Museo Histórico Militar, cerca del Palacio de Miraflores (sede del Gobierno).

La misión era tomar el poder político para entregárselo al pueblo. Con ese fin, en la madrugada del 4 de febrero, los soldados bolivarianos intentan asaltar Miraflores y La Casona (antigua residencia presidencial), pero son frenados por la Guardia Nacional y facciones del Ejército leales al Gobierno.

En términos militares-logísticos el intento era imposible y fracasa. Alrededor del mediodía de ese 4 de febrero, el Comandante Chávez, desconocido hasta entonces para la gran mayoría de los venezolanos, se presenta ante las cámaras de televisión del país para anunciar a sus compañeros y al pueblo que la lucha solo “por ahora” no había logrado los objetivos.

“Este mensaje bolivariano,” empezó diciendo el joven líder, identificando de inmediato el carácter revolucionario y patriota de la insurrección. Elogia la valentía de los militares, asume autocríticamente la responsabilidad del fracaso y promete al pueblo un “destino mejor”. En un minuto se ganó la admiración de todo el país.

Nunca un líder había hablado con tanta honestidad ni había dado la cara ante el pueblo para asumir la responsabilidad de sus acciones.

Compañeros, lamentablemente, por ahora, los objetivos que nos planteamos no fueron logrados en la ciudad capital. Ustedes lo hicieron muy bien por allá, pero ya es tiempo de reflexionar y vendrán nuevas situaciones y el país tiene que enrumbarse definitivamente hacia un destino mejor. Les agradezco su lealtad, les agradezco su valentía, su desprendimiento, y yo, ante el país y ante ustedes, asumo la responsabilidad de este movimiento militar bolivariano. 

La memorable alocución encendió la chispa de la revolución y se convirtió en símbolo de esperanza para un país desengañado. Asimismo, marcó el nacimiento de Chávez como líder histórico.

La Revolución Bolivariana 

El Comandante Chávez y otros oficiales de la rebelión del 4 de febrero pasarían dos años en prisión. Durante su detención se producen grandes protestas populares exigiendo su liberación. Era cotidiano ver largas colas frente a la cárcel de Yare de personas que deseaban conocerlo y expresar apoyo a la causa bolivariana.

El 26 de marzo de 1994, Chávez es liberado tras un sobreseimiento otorgado por el entonces presidente Rafael Caldera, dirigente de COPEI electo en 1993. El indulto respondió a la presión popular, pero también pretendía desinflar la influencia del líder revolucionario.

La historia tenía otros planes. A su salida de Yare, Chávez fue recibido por una multitud e immediatamente pidió al pueblo que lo acompañara a tomar las calles para crear un “gran frente nacional” en búsqueda de las “transformaciones necesarias”.

“A la carga, a tomar el poder político en Venezuela, vamos a demostrarle a los politiqueros venezolanos cómo se conduce un pueblo hacia el rescate de su verdadero destino”, exclamó frente a cientos de simpatizantes.

Apartado del Ejército, Chávez se entregaría de lleno a la batalla política. Ese mismo año, emprende una gira nacional para explicar su proyecto de convocar a una Asamblea Constituyente y refundar la República bajo un esquema de justicia social.

La invariable política neoliberal de esos años no hizo más que alimentar el huracán bolivariano. En 1997, Chávez junto a los militantes del MBR-200 crean el partido político Movimiento V República (MVR) con miras a las elecciones presidenciales. 

El 6 de diciembre de 1998, el Comandante Chávez finalmente logra entregar el poder al pueblo al ser electo presidente de Venezuela, con un histórico 56,05 por ciento de los votos. La victoria le permitió encaminar al país hacia ese destino mejor que presagió en la rebelión de febrero de 1992.

En los siguientes años y en medio de constantes ataques imperialistas, la Revolución Bolivariana se volcaría a saldar la enorme deuda social heredada del neoliberalismo. Una nueva Constitución, aprobada por voto popular el 15 de diciembre de 1999, introdujo amplios derechos sociales, políticos y económicos para el pueblo. 

“El espíritu del 4 de febrero no nació para ser traicionado”, advirtió Chávez en más de una ocasión. A 30 años de aquella heroica gesta, la lucha no ha terminado.

Investigación y textos: Andreína Chávez. Ilustraciones: Óscar Coraspe.

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