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Diarios de una guerrillera



En las FARC había que demostrar que se podía. Una llegaba a la organización a demostrar que como mujer era capaz, porque usted veía mujeres muy capaces. Yo llegué al Bloque Sur y miraba que allí había varias, como una que le decían la Chipe, Yolima. Varias viejas buenas, que eran buenas para el combate. Yo me decía “quiero ser como esas muchachas“. 

Mis primeros tres años fueron en lo que llamaban “La Trocha”, que era la escuela básica. Éramos unos 20 de entre 10 y 15 años de edad. De esos quedamos 3 o 4. De la Trocha íbamos y veníamos a la Zona de Distensión, ahí al borde de la selva Amazónica, pero nuestra tarea era cantar. Ahí conocí al camarada Manuel (Marulanda). Tengo fotos de eso, de cuando conocí al viejo…

Fue en el 2002 que nos mandaron ya a una pelea. Una enpeliculada, si le tocaba ir a combatir una iba con ganas de salir famosa. Pero eso no era tan fácil, hacerse la fama en medio de tantas mujeres. Resulta que un día fuimos a pelear cerca de El Doncello, departamento de Caquetá. Se hizo una pelea y el ejército corría detrás de las mujeres. Corría para agarrarlas y ya se sabe de ahí para adelante que era lo que le podía pasar a una. 

Ese día nos sacaron corriendo. A todo el mundo, corriendo. Tanto que los comandos se dispersaron y el que no corrió se quedó disgregado y se quedó. Yo encontré a Camilo Vargas botado con una rodilla dañada. No sabía ya pa donde coger y le dije:

—Camilo, ¿cómo se va a quedar solo? Yo me lo llevo, yo no lo puedo dejar…

—No, Alejita, váyase. Váyase porque aquí la van a matar.

—No, Camilo, usted sale conmigo y si lo matan que nos maten a los dos, pero yo no lo voy a dejar aquí botado.

No era tanto la solidaridad, como dicen, sino que yo estaba perdida. No sabía pa donde hijueputa agarrar. El único que estaba ubicado era Camilo. Si me iba sola, me perdía y terminaba donde los soldados. En cambio con este man, ayudándolo, me dijo por donde agarrábamos y no me perdí.

Pues salí victoriosa y todo el mundo decía: “¡Uy Alejita! ¡Alejita no dejó al herido botado!“. Lo que no sabían es que yo no lo saqué por solidaria ni porque fuera muy berraca sino porque no sabía donde estaba ubicada. Por miedo a que me agarrara el ejército, no era ni tanta valentía ni tanta solidaridad. Además, tenía cuando eso como 16 años.

En 2002 estaba Uribe en campaña. Creo que los soldados que pasaban iban a hacer un anillo de seguridad para que viniera Uribe a Doncello. Esa fue una de las historias en las que supuestamente empezaba a probar finura. Del susto resultó esa victoria.

Después vino el Plan Patriota en el 2004. Pusimos muertos como un hijuemadre. Eso ya era otro nivel, otro tipo de conflicto. Era salir una con cinco y regresábamos dos. Y sin saber cómo habíamos regresado.

Hasta 2005 que terminé en el Bloque Oriental. Ahí ya se vino la otra etapa del conflicto: los bombardeos y los desembarcos. Bombardeaban, desembarcaban a un kilómetro, y se venían. Después bombardeaban y desembarcaban ahí mismo. Bombardeaban una vez a la semana. Después una vez al día. Después ya eran 10 o 12 bombardeos en un día.

A veces nos encerraban, bloqueaban toda la serranía y no entraba comida por ningún lado. Pero nosotros teníamos caletas en las que guardábamos mucho frijol, pasta, azúcar, sal y la carne que sí la podíamos comprar ahi cerca de los campesinos. Con eso nos sosteníamos. No podíamos a veces conseguir café entonces chamuscábamos azúcar y la pasábamos por café. Hacíamos seco empedrado de pasta, que era tostar la pasta, cocinar el frijol, revolver la pasta con el frijol, moler la carne seca y revolver haciendo un empedrado. Eso lo podía comer uno a la tarde y al desayuno un caldito de pasta y el tinto de azúcar quemada. 

El 20 de julio de 2010 empezó un bombardeo a las 7 de la mañana que duró hasta las 3 de la tarde, barriendo un sector más o menos amplio. Hubo una bomba que por media milésima de segundo no nos cayó en el centro del campamento.

Ese día empezaron con AT-37. Después metieron los Sukoi. Después metieron los Kfirs. Los Kfirs cerraron y volvió otra tanda de AT-37. Pararon a las 3 y a las 9 de la noche empezó de nuevo el bombardeo. 

Esa noche nos tocó salirnos del campamento. Es que Mono (Jojoy) nos había dejado castigados. Todo el mundo se movió del campamento, pero nosotros no porque en el bombardeo anterior nosotros nos desviamos de la retirada y fuimos a parar lejísimo, a otro frente, al 40, estando en la serranía. Por ese desvío, tuvimos la pérdida de tres comandantes. Entonces Mono nos puso dentro de un anillo de seguridad porque nosotros no copiábamos órdenes y agarrábamos por donde no nos decían.

—No a a estos toca dejarlos encerrados para que no se vayan a volar. Hasta que no ordene, nadie se retira.

Nos dejaron allí en el campamento. Todo el día y media noche bombardeando…

De allí ya siguieron los bombardeos según sectores. Metían muchos chip para localizarnos, en la comida o en los medicamentos. Entonces íbamos a remolcar, las mulas dejaban la comida en un sitio. Llegábamos allí, cargábamos, hacíamos revisión de lo que íbamos a traer, llegábamos a otro sitio cerca (como a la mitad del camino) y se dejaba en un economato como a un kilómetro del campamento. Venían otros, revisaban y se llevaba hasta el campamento.

Empezamos a poner señuelos. Los primeros días, caían. Pero eventualmente se daban cuenta y ya nos empezaban a bombardear más seguido. Cada vez más cerca. Estábamos en un lugar que lo llamaban La Bamba. Un día trajeron una planta que parecía que tenía un chip. Entonces Mono dijo:

—Yo me voy, pero aquí va a quedar funcionando la odontología (que teníamos en el Bloque Oriental).

Como en el día casi no bombardeaban se atendía solo en el día y en la noche todo el mundo se iba a dormir a otro lado.

Cuando esa noche llegaron y bombardearon La Bamba fue con Kfirs. Al otro día salió Santos a decir que Mono estaba en ese campamento pero se les había escapado por horas. Mono ya estaba enfermito. En ese momento nos dijo:

—Solo voy a recibir correos. Yo no voy a recibir nada más. Me voy a esconder unos días.

A esa serranía todos los santos días le llegaban aviones a bombardear. Salía un avión que tiene como un gorro encima, el de detectar comunicaciones. Llegaba “el mosquito“, como le decíamos nosotros, que eso suena como un mosquito en el oído. Ese es como de detectar movimientos. Se iba ese y llegaba el marrano, así le decíamos al que rafaguea. Un avión verde y grande. Todos esos días así. En esa tensión vivíamos…

El 27 de marzo mataron a los camaradas Acacio, a Comején y a Carreta. El 20 de julio hubo un bombardeo que duró todo el día. En agosto el periodista este, Botero, fue a hacerle una entrevista a Mono, que seguía escondido y llevaba poquita gente a ese campamento. Hasta que el 22 de septiembre mataron a Monito. Para caer así Monito como cayó llevamos dos años de asedio. Dos años de bombas y aviones. 

Flashbacks es un proyecto de Utopix que reimagina testimonios de personas quienes, sin ser necesariamente protagonistas, presenciaron eventos en medio de grandes transformaciones históricas. Los relatos ocurren en tiempos y lugares diferentes, pero todos comparten una mirada desde abajo y en primera línea de los episodios de lucha que forjaron la historia.

Relato: Alejandra Téllez. Edición: Ricardo Vaz. Ilustraciones: shenby g.

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