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A principios de los años 80, el Alto Volta vivía una realidad poco alentadora. Aunque formalmente independiente, el país estaba sumergido en la pobreza, manteniendo una fuerte dependencia de la vieja potencia colonizadora: Francia.
Todo eso cambiaría en agosto de 1983. El joven oficial Thomas Sankara encabezó un levantamiento revolucionario que tomó el poder y abrió una nueva etapa para el país, que desde luego cambiaría su nombre a Burkina Faso (“Patria de hombres íntegros”).
De inmediato, Sankara y su gobierno lanzaron un programa ambicioso que traería un progreso vertiginoso en áreas como educación, salud, infraestructura y derechos de la mujer. El líder burkinabe apostó también por la soberanía alimentaria, y en cuatro años el país se volvió prácticamente auto-suficiente.
En paralelo, Sankara insistía que la dirigencia debería dar el ejemplo, deshaciéndose de vehículos lujosos y manteniendo hábitos austeros. No había tolerancia para la corrupción. En las bases se crearon los Comités de Defensa de la Revolución para impulsar los programas sociales y movilizar al pueblo.
Sin embargo, fue en su política exterior que Sankara más se destacó. Con fuertes influencias marxistas y pan-africanistas, su gobierno se declaró anti-imperialista desde el principio. Sankara declaró a Cuba como una referencia y estableció un programa de cooperación con La Habana.
Sankara se volvía una figura cada vez más incómoda para las potencias occidentales, especialmente francia. El líder revolucionario criticaba abiertamente la “ayuda” que mantenía a los países africanos en la pobreza y la dependencia, y buscó crear consensos para el rechazo de la deuda externa impuesta por los ex-colonizadores y por organismos multilaterales.
La revolución en Burkina Faso duraría tan solo cuatro años. En octubre de 1987, Blaise Compaoré, una de las figuras más cercanas a Sankara, dirigió un golpe de Estado con apoyo del Occidente.
Sankara fue vilmente asesinado. Compaoré y sus patrocinantes esperaban destruir esa chispa de rebeldía y dignidad. Pero el legado revolucionario de Sankara sigue vivo y sigue inspirando las luchas en África y en el mundo.
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Redacción: Ricardo Vaz. Ilustración: Kalaka.
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