Umberto Eco (1932-2016) fue un importante escritor y filósofo italiano. Como pensador, Eco supo tomarle el pulso a los temas clave de la agitada segunda mitad del siglo XX. El estudio de la cultura de masas fue una de sus preocupaciones centrales. Umberto Eco fue además un gran admirador de Mafalda, la famosa historieta de Quino. Prueba de ello es el prólogo que escribió para Mafalda la contestataria (1969), primer libro de Mafalda editado fuera de Argentina, y que reproducimos a continuación.
ABRE COMILLAS
Mafalda no es solo un personaje de historietas; es tal vez el personaje de los años setenta en la sociedad argentina. Si al tratar de definirla se ha usado el adjetivo «contestataria», no ha sido por uniformarse a la moda del anticonformismo a toda costa: Mafalda es de verdad una heroína iracunda que rechaza al mundo tal cual es. Para comprenderla, conviene trazar un paralelo con otro gran personaje a cuya influencia no es ajena: Charlie Brown. Charlie Brown es norteamericano, Mafalda sudamericana. Charlie Brown pertenece a un país próspero, a una sociedad opulenta en la que trata desesperadamente de integrarse, mendigando solidaridad y felicidad; Mafalda pertenece a un país denso de contrastes sociales, que a pesar de todo querría integrarla y hacerla feliz, pero ella se niega y rechaza todas las ofertas. Charlie Brown vive en un universo infantil propio, del cual están rigurosamente excluidos los adultos (con la salvedad de que los niños aspiran a convertirse en adultos); Mafalda vive en un continuo diálogo con el mundo adulto, mundo al cual no estima, no respeta, hostiliza, humilla y rechaza, reivindicando su derecho a seguir siendo una niña que no quiere hacerse cargo de un universo adulterado por los padres. Charlie Brown ha leído, evidentemente, a los revisionistas freudianos, y anda en busca de una armonía perdida; Mafalda, con toda probabilidad, habrá leído al Che. En realidad Mafalda en materia política tiene ideas muy confusas, no logra entender que es lo que sucede en Vietnam, no sabe por qué existen los pobres, no se fía del Estado y está preocupada por la presencia de los chinos. Sólo una cosa sabe claramente: no está conforme.
La rodea una pequeña corte de personajes mucho más «unidimensionales»: Manolito, monaguillo integrado del capitalismo de barrio, que sabe con total certidumbre que el valor primario en este mundo es el dinero; Felipe, soñador tranquilo; Susanita, beatificamente enferma de espíritu materno, narcotizada por sueños pequeño burgueses. Y luego los padres de Mafalda que como si no les bastara lo duro que resulta aceptar la rutina cotidiana (recurriendo al paliativo farmacéutico del «Nervocalm»), se ven agobiados, por añadidura, con el tremendo destino de tener que encargarse de la Contestataria.
Ya nadie niega hoy que el cómic (cuando alcanza niveles de calidad) es un testimonio sobre el momento social.
El universo de Mafalda es el de una América Latina en sus zonas metropolitanas más adelantadas; pero es en general, desde muchos puntos de vista, un universo latino y esto hace que Mafalda nos resulte mucho más comprensible que tantos personajes del cómic estadounidense; además Mafalda es, en último análisis, un «héroe de nuestro tiempo», y no se debe pensar que ésta sea una definición exagerada para el personajito de papel y tinta que Quino nos propone. Ya nadie niega hoy que el cómic (cuando alcanza niveles de calidad) es un testimonio sobre el momento social: y en Mafalda se reflejan las tendencias de una juventud inquieta, que asumen el aspecto paradójico de una oposición infantil, de una eccema psicológica de reacción a los medios de comunicación de masas, de una urticaria moral producida por la lógica de los bloques, de un asma intelectual originado por hongos atómicos. Puesto que nuestros hijos se preparan para ser – por elección nuestra – una multitud de Mafaldas, nos parece prudente tratar a Mafalda con el respeto que merece un personaje real.
ABRE COMILLAS es una columna que recoge citas, transcripciones y fragmentos textuales en donde importantes actores reflexionan en torno a una producción cultural alternativa.