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Maurice Bishop: ¡Por la soberanía cultural de los pueblos del Caribe!

Maurice Bishop (1944-1983) fue el líder del movimiento revolucionario New Jewel que tomó el poder en Granada en 1979. La revolución granadina trajo grandes avances en áreas como la salud y la educación, y el nuevo gobierno estableció relaciones estrechas con el bloque socialista y con Cuba en particular. La experiencia duraría solamente cuatro años, terminando con un golpe de Estado, el asesinato de Bishop y una invasión norteamericana. Pero Bishop se estableció como una referencia en la lucha por la soberanía y por el socialismo, especialmente en el Caribe. En este texto, un fragmento de un discurso en una conferencia en 1982, el líder granadino habla de la dura e importante lucha que deben librar los pueblos del Caribe en el frente cultural.

ABRE COMILLAS


Cuando hablamos de imperialismo cultural, estamos describiendo una amenaza mundial. Hablamos de un proceso que no sólo se da en aquellas partes del mundo que durante siglos han vivido bajo la bota de las naciones más poderosas. Hoy en día, las naciones que en el pasado han colonizado y subyugado a otros pueblos, destruido o intentado destruir sus culturas, se enfrentan ellas mismas al peligro del imperialismo cultural.

Pero la forma que adopta este proceso ancestral, en este final del siglo XX, es mucho más refinada, mucho más científica, tiene muchos más recursos a su disposición que nunca antes en la historia de la humanidad y es, por tanto, mucho más devastadora.

Hoy en día, ningún rincón de la tierra está a salvo de los estragos de la cultura de la Coca-Cola. En el mundo occidental, los ciudadanos preocupados y conscientes contemplan con horror la contaminación de sus jóvenes por la superficial cultura de exportación que se transmite a toda la humanidad desde la sede del imperialismo.

Pero quizá no haya ninguna región del mundo actual que presente un cuadro tan dramático del proceso de imperialismo cultural, como nuestro Caribe. El Caribe es un laboratorio del imperialismo cultural porque ofrece unas condiciones ideales: nuestra fragmentación geográfica, favorecida por la continua fragmentación política, que a su vez es uno de los principales objetivos del imperialismo cultural: mantenernos bien separados y, si es posible, siempre peleando entre nosotros, para que nunca lleguemos a darnos cuenta de la fuerza que reside en nuestra unidad.

La historia de nuestra región ofrece un ejemplo muy interesante y trágico de la cultura al servicio de la dominación política y económica.

El llamado “Nuevo Mundo” comienza con la conquista del amerindio. En algunos lugares fue exterminado directamente; en otros, su cultura fue tan irremediablemente destrozada que se convirtió en presa fácil de todas las formas imaginables de explotación.

Una vez hecho ese trabajo sucio, nuestra región se convirtió en el escenario de otra brutal colisión entre los intereses económicos de Europa y los derechos humanos de un pueblo menos equipado que sus agresores para la autodefensa: africanos desarraigados y transportados a miles de kilómetros de la fuente de sus culturas.

En todos los países del mundo antes colonizados, en los que se mantiene a las masas en un estado de ignorancia mientras que una pequeña élite tiene acceso a la educación –una educación importada al por mayor de otra cultura–, la cultura popular o la cultura del pueblo permanece en un estado de subdesarrollo, incapaz de dar al pueblo una confianza real, un poder real, una viabilidad real en el mundo moderno. Por un lado, la cultura del pueblo está aislada de la luz del conocimiento moderno y, por otro, las clases educadas están aisladas de la cultura de su pueblo.

Este problema no es insoluble. La solución, de hecho, es tan simple como peligrosa, peligrosa, por supuesto, para las sedes de The Guardian, The Express, The Advocate y The Gleaner. Armar al pueblo caribeño con su propia cultura, rescatar la cultura del pueblo caribeño de su actual papel de divertir a los turistas estadounidenses, convertir esta cultura en una fuerza viva que pueda encender a las masas del pueblo caribeño con orgullo propio e independencia; este es uno de los desarrollos verdaderamente peligrosos en Granada que nos colocan en el campo de tiro del presidente Reagan y su jauría de sabuesos de la cuenca del Caribe.

Para que nuestra cultura crezca en toda su extensión, el pueblo, todo el pueblo debe tener acceso a la educación. Hay miles de analfabetas en algunos de los mismos países del Caribe que se utilizan como base para los ataques a Granada.

A nadie le preocupan sus derechos humanos, su derecho a la educación, y nuestros atacantes no ven nuestra campaña de alfabetización como un avance de los derechos humanos de nuestro pueblo.

Nuestro pueblo debe tener acceso a la educación, pero esta educación debe ser modelada a nuestra propia imagen, esta educación trabaja a través de nuestra cultura y no contra ella, a través de nuestra realidad, a través de nuestras prioridades, a través de los valores que unen a nuestro pueblo.

El despertar de la conciencia de nuestro pueblo (con la Revolución Granadina), su recién ganado acceso a la autoexpresión, por un lado, y a la educación, por otro, ya han dado sus frutos en la regeneración de nuestra cultura.

En primer lugar, estamos asistiendo en Granada a un potente florecimiento de las artes: una riqueza de creatividad en poesía, canto, música, teatro y danza. […] El crecimiento constante de la literatura granadina es particularmente notable.

El creciente autoconocimiento y orgullo de nuestra gente es algo que llama la atención de todos los que visitan nuestra tierra. El crecimiento, también, de nuevas dimensiones de la cultura: nuevas actitudes, nuevos comportamientos, nuevas rutinas que damos por sentadas.

Todas estas son imágenes de regeneración cultural, imágenes de un pueblo que toma su destino en sus manos. Esto, camaradas, es lo que está amenazado por el imperialismo cultural, que pretende todo lo contrario, centrar nuestras energías individuales en un ideal extranjero que milita contra nuestro propio desarrollo como pueblo. Y debido a este peligro, los trabajadores intelectuales y culturales de nuestra región tienen la responsabilidad real de asegurar que esta amenaza sea derrotada.

Sabemos, por supuesto, que el imperialismo está bien organizado y es rico en recursos humanos y financieros. Sin embargo, está claro que hay cosas que nuestros trabajadores intelectuales y culturales pueden hacer.

En primer lugar, los trabajadores intelectuales y culturales tienen que responder organizándose y uniéndose regionalmente.

Segundo, los trabajadores intelectuales y culturales deben moverse creativa y enérgicamente para forjar vínculos más estrechos –vínculos directos– con las masas caribeñas, y ayudarlas a elevar su conciencia para que no se dejen engañar por las mentiras y distorsiones del imperialismo; para que puedan comprender mejor los nuevos valores y procesos revolucionarios que se están construyendo en el Caribe hoy.

En tercer lugar, los trabajadores intelectuales y culturales deben forjar en la realidad el vínculo entre la Política Popular y la Cultura Popular.

En cuarto lugar, los trabajadores intelectuales y culturales deben unirse con fuerza para desenmascarar a los belicistas y a los mercaderes de la muerte atómica. Y en este contexto deben luchar con fuerza para que el Caribe se convierta en realidad en una zona de paz, independencia y desarrollo.

En quinto lugar, los trabajadores intelectuales y culturales deben luchar por la independencia real de nuestros pueblos.

¡VIVAN LOS PUEBLOS LUCHADORES DEL CARIBE Y AMÉRICA LATINA!



ABRE COMILLAS es una columna que recoge citas, transcripciones y fragmentos textuales en donde importantes actores reflexionan en torno a una producción cultural alternativa.

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