
La mujer que liberó el sol
«En el principio, la mujer era el sol. Una persona auténtica. Ahora es la luna, una luna marchita y enfermiza, dependiente de otro, que refleja el brillo de otro. Es tiempo de restaurar el sol que se nos ha ocultado”.
El año es 1911 del Japón imperial. Una joven escritora anunciaba la publicación de Seitō, la primera revista literaria y feminista creada por mujeres y para mujeres. Invocando la imagen de un sol perdido, Hiratsuka Raichō llamó a sus contemporáneas a una revolución espiritual, reafirmando su identidad, creatividad y potencial.
La poderosa metáfora de Hiratsuka retrataba a la mujer como una luna eclipsada, subordinada dentro de un sistema patriarcal. Pero, en realidad, había nacido libre e irradiando luz propia, como el sol, y había llegado la hora de recuperar su brillo.
En una época en que la sociedad japonesa reducía el rol de las mujeres a ser “buenas esposas y madres sabias”, el escrito de Hiratsuka fue asumido como un grito colectivo por la liberación femenina. La imagen de la mujer-sol se transformó instantáneamente en un símbolo unificador de la lucha por sus derechos y deseos de autorrealización.
Su elocuente escritura inspiró a generaciones de mujeres a reclamar su luz propia que habían perdido. En este artículo recorremos la vida de Hiratsuka Raichō, un registro extraordinario de activismo político, lucha por la igualdad de género y oposición a la guerra.
Nace la mujer-sol
Hiratsuka Haru nació el 10 de febrero de 1886 —más adelante adoptaría el seudónimo literario Raichō— en Tokio, Japón. Era el decimonoveno año de la Era Meiji, que había traído consigo el restablecimiento de la autoridad suprema del emperador junto a numerosas reformas políticas y sociales basadas en modelos occidentales.

Hiratsuka Raichō en su juventud.
Con la Restauración Meiji (1868), Japón inició un acelerado proceso de industrialización y militarización hasta convertirse en una potencia mundial. La modernización, sin embargo, no se tradujo en igualdad de género y las japonesas siguieron privadas de derechos políticos, legales, económicos y matrimoniales.
De hecho, el Código Civil Meiji de 1898 reforzó el sistema familiar patriarcal posicionando a la mujer como fiel servidora del marido o jefe del hogar. Sin embargo, hubo al menos una política del Gobierno Meiji que favoreció a las mujeres: la alfabetización.
En 1872, se estableció la educación elemental obligatoria para niños y niñas. Y, aunque su propósito original era el adoctrinamiento de “buenas esposas y madres sabias”, también se abrieron colegios de educación superior para mujeres, que ellas usarían para incursionar en el mundo laboral e intelectual.

Aprender a escribir fue fundamental para una nueva generación de mujeres que no querían ser solo «buenas esposas y madres sabias».
En este contexto creció la joven Hiratsuka, quien supo sacar provecho de las circunstancias históricas (y adversas) que le tocó vivir como mujer. Al ser parte de una familia de clase media alta, tuvo un estilo de vida privilegiado, pero su obligación, como el de todas las jóvenes de entonces, era casarse y tener hijos. No había cabida para la realización personal.
Hiratsuka, sin embargo, se opuso desde temprana edad al rol predeterminado de esposa y madre. Aunque era poco sociable por naturaleza y tenía una voz frágil debido a un defecto de nacimiento, fue una estudiante destacada y de pensamiento independiente. En más de una ocasión protestó contra las lecciones de “moral” abandonando el salón de clases.
Pese a su rebeldía, el padre de Hiratsuka le permitió inscribirse en el Colegio de Mujeres de Japón donde debía formarse en economía familiar. Pero la joven de 17 años aprovechó esta oportunidad para devorar toda la literatura que estaba a su alcance. Aprendió filosofía y arte occidental, historia japonesa y europea.
Se trató de una experiencia invaluable para una joven que buscaba la autorrealización. En 1905, descubrió el Budismo Zen a través del cual encontró la “iluminación” y “liberación espiritual”, según sus propias palabras. Esta filosofía la acompañaría el resto de su vida.
A los 20 años, Hiratsuka se graduó del Colegio de Mujeres al mismo tiempo que Japón pasaba por profundas transformaciones. El Imperio Meiji había ganado la guerra contra la Rusia zarista (1904-1905) y el país entró en una turbulenta época capitalista. En respuesta, el pueblo empezó a adoptar nuevas ideologías, desde el socialismo hasta el comunismo, el liberalismo y el anarquismo. Esto trajo un recrudecimiento de políticas gubernamentales ultraconservadoras y represivas.
Por su parte, la joven Hiratsuka estaba enfocada en seguir cultivando su intelecto y espíritu. En 1907, se matriculó en la Escuela de Inglés para Mujeres y el idioma le abrió las puertas a un nuevo mundo de literatura. También se unió a la Sociedad Literaria Keishū, donde tuvo como tutores a la gran poeta y feminista Yosano Akiko y al escritor Ikuta Chōkō, grandes influencias a lo largo de su vida.

Yosano Akiko, poeta, activista política y líder feminista de Japón.
La Sociedad Keishū fue imprescindible para que Hiratsuka desarrollara sus habilidades con la pluma, escribiendo sus primeros ensayos, tanka (poesía clásica) y haiku (poesía breve). Desafortunadamente, en 1908 un escándalo público puso un abrupto final a esta etapa de aprendizaje: la prensa conservadora descubrió el romance de Hiratsuka con el novelista Morita Sōhei, un hombre casado. Keishū tuvo que desintegrarse.
Este era el primer gran amor de la joven Hiratsuka. La prensa la atacó vilmente, catalogándola de mujer adúltera y una desgracia para su familia. El incidente redujo drásticamente su estatus social mientras que, Morita Sōhei, su examante, continuó su carrera sin repercusiones y escribió un libro sobre el romance que sería un best seller.
Aunque el escándalo marcó profundamente a Hiratsuka, esta se mantuvo imperturbable, se refugió en el hogar familiar y continuó su educación de forma autodidacta, enfocándose en Naturalismo y Neo-romanticismo. Cuatro años después, resurgiría públicamente como la líder del movimiento feminista de Japón.

Seitō y el amanecer feminista
Con tan solo 26 años, Hiratsuka Raichō nunca imaginó que Seitō, la primera revista literaria de Japón manejada por mujeres, sería el detonante del movimiento feminista. Así lo reveló en su autobiografía titulada «En el principio, la mujer era el sol”, donde explica que Seitō no nació como una revista política, radical ni feminista, su propósito era simplemente ofrecer a las mujeres un espacio para desarrollar sus talentos artísticos innatos.

Miembros de Seitō. Cinco de ellas eran fundadoras: Yasmochi Yoshiko, Mozume Kazuko, Kiuchi Teoko, Nakano Hatsuko y Hiratsuka Raichō (última a la derecha).
“Debemos despertarnos sin demora y desarrollar al máximo los talentos que el cielo nos ha dado,” declara el estatuto fundacional de Seitō, escrito por Hiratsuka. El texto culminaba con un llamado a todas las mujeres a formar parte del proyecto para “desprenderse de los grilletes de la opresión y que cada una descubra su genio interno”.
Seitō, además, era una traducción de la palabra inglesa “Bluestockings” (medias pantys azules). El nombre, alusivo a la ropa interior femenina, era una especie de desafío ante el aluvión de críticas que sin duda atraería una revista escrita por y para mujeres. El nombre también hacía honor a una sociedad literaria de mujeres de la Inglaterra del siglo XVIII.
La primera edición de Seitō se publicó en septiembre de 1911 con una distribución de mil copias, y para sorpresa de sus creadoras, fue un éxito inmediato. Mientras que las revistas de entonces se limitaban a asuntos del hogar, Seitō apelaba a la intelectualidad femenina. Sus páginas contenían ensayos, historias de ficción, poemas, reseñas y críticas literarias, ilustraciones, así como notas editoriales, todas con firmas de mujeres.
El éxito de Seitō se debió en gran medida a tres elementos de su publicación inaugural: la atrevida portada ilustrada por Chieko Naganuma, el poderoso poema de Yosano Akiko y el iluminador ensayo de Hiratsuka, firmado bajo el seudónimo Raichō, que significa ave de trueno.

Primera edición de Seitō, diseñada por Chieko Naganuma. La portada muestra la figura estilizada de una mujer delineada en marrón oscuro sobre un fondo crema. Para su época, la imagen era provocadora y seguramente despertaría las aspiraciones de las jóvenes.
El poema de Akiko, titulado “Pensamientos divagantes”, hablaba de montañas que empezaban a moverse después de pasar siglos adormecidas. Las montañas eran las mujeres japonesas que finalmente estaban despertando para recobrar su voz.
“Las montañas estaban simplemente dormidas durante un tiempo.
Pero en épocas pasadas se movieron, como si estuvieran en llamas”.
Hiratsuka, por su parte, escribió un ensayo que reflejaba su experiencia personal en su eterna búsqueda por la autotrascendencia y autorrealización. El texto proclamaba a las mujeres como sus propias salvadoras y las alentaba a descubrir su genio interno.
«Nuestro salvador es el genio que llevamos dentro. Ya no buscamos salvadores en templos o iglesias, en Buda o Dios. Con nuestros propios esfuerzos, pondremos al descubierto los secretos que llevamos dentro. Seremos nuestros propios milagros, nuestros propios misterios. Continuaremos, hasta el día que brille el sol oculto.
Porque ese día, el mundo entero y todo lo que hay en él será nuestro. La mujer ya no será la luna. Ese día será el sol, como lo fue al principio. Una persona auténtica».
Con esta declaración de Raichō, el movimiento feminista de Japón había encontrado un manifiesto por el cual guiarse. Gradualmente, Seitō empezó a cambiar su orientación de literatura femenina a debatir temas sobre la liberación de la mujer, igualdad de género y, sobre todo, desmitificar la sexualidad femenina y temas tabú como aborto, castidad y prostitución.
Hiratsuka, en particular, escribió ampliamente contra el sistema feudal de matrimonios implementado por el Gobierno Meiji, el cual forzaba a las mujeres a ser “esclavas de sus esposos de día y sus prostitutas de noche”, coartando su potencial para ser personas auténticas. El objetivo no era agitación política per se, sino informar y debatir.

Escritoras de Seitō a dos o tres años de la primera edición Hiratsuka Raichō es la segunda desde la derecha.
En respuesta, Seitō alcanzó enorme popularidad entre sus lectoras, pero también empezó a ser censurada por las autoridades. Sus contenidos contravenían la Ley de Preservación de Paz de 1900, que prohibía cualquier crítica hacia el sistema Meiji. Varias ediciones fueron confiscadas por la policía, que llegó a asaltar la oficina de Seitō.
La vida privada de las escritoras empezó a ser vilipendiada por la prensa, en especial sus romances, reuniones sociales, su forma de vestir y sus carreras literarias. La misma Raichō estaba en una relación con el artista Okumura Hiroshi, con quien tuvo dos hijos en 1915 y 1917. Finalmente se casaron en 1941, solo para proteger el futuro de los niños.
Las mujeres de Seitō afrontaron los ataques con dignidad y produjeron más artículos criticando el sistema patriarcal, como el ensayo «La solución a la cuestión de la mujer», escrito por Hideko Fukuda. Allí abogaba por la igualdad de derechos entre los hombres y mujeres y por la construcción de un sistema comunal que creara la igualdad entre clases sociales.
Una visita de las editoras de Seitō a un barrio rojo en el distrito Yoshiwara para conocer a una cortesana y entender las condiciones de vida de mujeres de clase proletaria terminó de desatar la ira de grupos ultraconservadores. Hiratsuka recibió amenazas de muerte mientras que su casa fue apedreada en varias ocasiones.

Cortesanas del distrito rojo Yoshiwara.
Eventualmente, las creadoras de Seitō debieron abandonar la revista para salvaguardar a sus familias. La controversia alrededor de sus vidas así como el inicio de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) hizo que las ventas inevitablemente cayeran.
Muy pronto, Hiratsuka era la única editora sacando las 12 ediciones anuales. Para 1915, el estrés la obligó a delegar esta función a su compañera Itō Noe, una joven anarquista que reforzó la línea feminista y matuvo Seitō a flote hasta febrero de 1916.
Aunque solo duró cinco años, el aporte de Seitō a la lucha por los derechos de las mujeres fue invaluable, pues sentó las bases para la formación del movimiento feminista japonés. Todavía hoy, más de un siglo después, sus ilustraciones y textos se usan en marchas, campañas y protestas para reforzar el mensaje por la igualdad de género.
Mujeres contra la guerra

Hiratsuka Raichō en marzo de 1949.
La salida de circulación de Seitō marcó el fin de una etapa importante en la vida de Hiratsuka Raichō. Atrás quedaron los años dedicados exclusivamente a la literatura femenina para dar paso a un férreo activismo político.
Durante un tiempo escribió artículos para las revistas Chūō Kōron y Fujin Kōron, articulando ideas sobre la necesidad de profundas reformas sociales para mejorar la calidad de vida de las mujeres, en especial de las madres trabajadoras.
En 1919, Hiratsuka visitó las fábricas textiles de la ciudad de Nagoya, donde fue testigo de las terribles condiciones de las mujeres obreras y se convirtió en aliada de la lucha por sus derechos. Japón, en ese momento, estaba siendo sacudido por huelgas que vieron nacer los primeros sindicatos.
Este nuevo horizonte necesitaba una organización que canalizara la lucha. Es así como en 1920, Hiratsuka cofundó la Asociación de las Nuevas Mujeres con las feministas Mumeo Oku y Fusae Ichikawa. Fue la primera asociación japonesa creada expresamente para mejorar las condiciones y los derechos de las mujeres.

Fusae Ichikawa, líder del movimiento sufragista femenino de Japón.
Consciente del poder de la palabra y con Seitō como referencia, Hiratsuka y sus compañeras activistas también lanzaron el diario Alianza de Mujeres para promocionar su campaña por la reforma de leyes que prohibían la participación de las mujeres en la política.
La batalla no resultó en una victoria absoluta, pero sí dio algunos frutos. En 1922, la Dieta Imperial (parlamento bicameral) modificó el artículo 5 de la Ley Policial y de Orden Público para permitir, aunque con limitaciones, la presencia de mujeres en actividades políticas. Después de esto, la Asociación se disolvió, sin embargo, su trabajo allanó el camino para lograr el sufragio femenino en 1945.
Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), Hiratsuka y su familia se refugiaron en el campo, donde ella se dedicó a la siembra y cultivó ideas sobre el rechazo a la sociedad de consumo. Su espíritu luchador siempre regresaba a la batalla en los momentos cruciales y en 1950 se unió al movimiento pacifista en protesta contra la ocupación estadounidense de Okinawa.
En 1953, lideró la Federación Japonesa de Organizaciones de Mujeres y la Federación Democrática Internacional de Mujeres. También participó en la Conferencia Mundial de Madres y en el Comité de los Siete para la Paz Mundial, compuesto por intelectuales y artistas. En este último, Hiratsuka ayudó en la movilización contra las armas nucleares.

Hiratsuka Raichō en el ocaso de su vida.
Con 76 años, Hiratsuka fundó la Federación Femenina del Nuevo Japón para reclutar mujeres de todas las religiones e ideologías en el movimiento contra la guerra, formando lazos con las mujeres vietnamitas en plena Guerra de Vietnam (1955-1975), que contó con la intervención militar directa de Estados Unidos.
En medio de su inagotable activismo, Hiratsuka fue diagnosticada con cáncer a los 84 años. Pese a estar en el ocaso de su vida, pasó sus últimos meses asistiendo a mítines por la igualdad de género y contra la guerra, escribiendo para revistas, impartiendo ponencias y hasta lideró una marcha feminista.
Hiratsuka Haru —Raichō para sus lectores— falleció el 24 de mayo de 1971. Vivió con audacia y libertad, desafiando las convenciones de su época.
Su escritura, siempre desinhibida, liberó el sol perdido.
TRIBUNA FEMINISTA: Incontables mujeres han dejado un colosal e indispensable legado literario y artístico a través de la historia, pero su rol ha sido borrado, tergiversado o relegado al pie de página. Este espacio busca reintroducir en el pensamiento colectivo popular a importantes figuras revolucionarias, anti-imperialistas y feministas. Un rescate necesario para las luchas de hoy.
Texto: Andreína Chávez. Ilustraciones: Edio Gutiérrez.
Admiración total.