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Monstruas del arte urbano: Telly Gacitúa, de la Brigada Negotrópika

Colombia

Desde los tiempos de la Unidad Popular, en Chile se supo conjugar, como en pocas partes del mundo, la militancia con la creación plástica. El saldo de esa mixtura fueron las Brigadas muralistas, entre ellas la Ramona Parra: un formato de activismo comunicacional que fue dejando crecer una creatividad muy efectiva y sobre todo, un método de trabajo que facilitaba la participación colectiva.

Las Brigadas han sido una raíz profunda y manifiesta en la historia de uno de los muralismos más hermosos y vibrantes del mundo, el chileno. Si bien algunas artistas tomaron de esa raíz todo el entramado organizativo, otras supieron nutrirse también de la sabia estética, llevándola hacia derroteros propios e insospechados.

Telly Gacitúa, la Telly para los amigos, es parte de la Brigada Negotrópika. Una Brigada multiforme, de muchos rostros y pocos egos, cuya creación es única y fácilmente reconocible.

La Telly aprendió de sus hermanos mayores. Creció entre artes urbanas. Los  entrañables animales que pinta la Brigada son su aporte temático. Se declara ñoña y estudiosa de la fauna. Sus criaturas a colores planos y resueltos a  grueso fileteado negro es herencia deliberada de la Ramona Parra. El estilo naif y caricaturesco es marca de la casa. Cada bichito es una toma de posición frente al mundo:

“pintar animales es otro ejercicio de memoria, de identidad, de empoderarse del lugar en que vives”,

dice La Telly, y remata:

“lo hago porque me da paja que la gente no reconozca a sus propios vecinos y en cambio se sepa todas los íconos de las marcas culiás”.

Semejante ambición transformadora devuelve a la Negotrópika a la raíz fundamental de las Brigadas: cada criatura tiene una historia, o un trasfondo, o un contexto que justifica su aparición en tal o cual muro. El tigre de Bengala asesinado en un zoológico. El ave o la ballena en peligro de extinción, el oso que habita una región y del cual nadie parece acordarse, todos parecen ser un acicate para encender la memoria y provocar la re-sensibilización del transeúnte con la vida que lo rodea. Pero desde la ternura y la alegría, sus pintas son siempre adorables, refrescantes.

De nuevo, como ocurre con todo muralismo que sabe por qué hace lo que hace, su ejercicio plástico, su lúdica y naif celebración de las faunas del continente, es un ejercicio plástico y político que quisiera encendernos los corazones. siempre he creído que sintonizar con el alma de la Negotrópica nos haría a todos mejores personas.

Las opiniones expresadas por las y los autores no necesariamente coinciden con las opiniones de la totalidad de la Comunidad Utopix.

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